Fotografía de Paco Vega |
Hoy sería un día
apropiado para soltar sapos y culebras de quien ha sido sin duda el
peor ministro canario de la historia. Un tipo soberbio que nunca
sintió más apego por nada que no fuese su propio beneficio. Ahora
que muchos hacen leña del árbol caído yo no lo haré y voy a
hablarles de otro tema más importante para mí, aunque tengo que
reconocer que esa renuncia tan “radical” me ha sorprendido
viniendo de quien viene.
En este último periodo
en el que tanto se habla de corrupción, evasión fiscal y otros
tufillos pestilentes de estirados señores de cuello y corbata, a mi
me apetece hablarles de los canarios que se han roto la espalda a
trabajar honradamente para llevar un plato de comida a su casa,
canarios que no saben de paraisos fiscales ni de comisiones por obra,
canarios con las manos encallecidas y la ropa manchada de sudor
platanero (como cantaba Braulio), canarios que las pasaban canutas
para llegar a fin de mes, pero que cumplian puntualmente sus
obligaciones fiscales y que se han ganado la vida con honradez.
Yo no estoy descubriendo
la pólvora si digo que más de uno haría bien en mirar hacia atrás
para recordar como se ganaron la vida nuestros padres y abuelos.