Que
desde la cúpula empresarial se abogue por que los trabajadores se
deslomen por algo más que un plato de comida es algo en lo que se
viene batallando desde hace algún tiempo, especialmente por el
sector más rancio y depredador de la cúpula empresarial española.
Conseguir una reforma laboral próxima a la semi-esclavitud parece
ser es su máxima aspiración, según se desprende de las últimas
declaraciones del señor Rosell -su máximo responsable-. Después de
escuchar sus recientes declaraciones, en las que abogaba por una
situación laboral aún más precaria que la actual, en la intención
de despojar prácticamente a los trabajadores de cualquier margen
para la negociación colectiva, se me ponen los pelos de punta sólo
de pensarlo (contrato único o despido libre, que para el caso es lo
mismo). Todo indica que ya comienzan a marcar el rumbo al futuro
gobierno que salga de las urnas el próximo 26 de junio. Más
precariedad para los de abajo por más beneficio para los de arriba.
Están empeñados en pulverizar lo que hasta ahora habíamos conocido
como trabajo digno.
Determinados
sectores empresariales han unido en una misma ecuación productividad
y mano de obra, por lo que aquello de la calidad del servicio, la
innovación, la investigación y una mejora en la gestión de sus
recursos queda muy lejos de esta filosofía. La mejora en la cuenta
de resultados ha de venir indefectiblemente por la reducción de los
costes salariales, según lo más rancio y “valurto” del
empresariado (ironías de la vida). En esta prostitución de las
palabras en la que profundizamos cada día comprobamos como cuando
desde estos sectores hablan de “productividad”, están pensando
en realidad en rebaja de costes salariales y despidos.