Grandes
intereses económicos han estado siempre al socaire de la política
canaria, una doctrina practicada a lo largo de años y que a día de
hoy ha conseguido que, los ricos sean cada vez más ricos y los
pobres cada vez más pobres. También que los canarios seamos cada
vez más dependientes alimentaria y energéticamente del exterior.
Las políticas han sido casi siempre favorecedoras de la importación
de alimentos y de combustibles, en lugar de potenciar la soberanía
en estos capítulos. Esto si favorecería la creación de empleo y no
otras paparruchas. Que haya una élite económica y empresarial que
vive en la estratosfera de la opulencia, beneficiados durante años
por políticas favorables a sus intereses, mientras la inmensa
mayoría se conforma con sobrevivir luchando por llegar a fin de mes,
es el resultado de muchos años de políticas cómplices con estos
sectores. Los grandes poderes económicos siempre han estado en la
pomada del poder político (o a la inversa) para que estos legislen a
su favor, en lugar del interés general y de los ciudadanos que es lo
que dicen todos defender.
Este
es uno de los motivos por los que Canarias soporta las cifras
históricas más negativas, a la cola de lo mejor y lo socialmente
decente (educación, sanidad, etc.); y a la cabeza de lo peor (el
paro, bajos salarios, etc.). Todo ello en un territorio con récords
de visitas e
ingresos por turismo.
Por ello, la política canaria siempre ha estado encarrilada a
beneficiar a los mismos. Cuarenta años de dictadura y otros casi
cuarenta de democracia no ha servido para corregir el rumbo de este
desvencijado navío de intereses espurios llamado Canarias. La clase
política siempre ha estado identificada con “don dinero”,
atentos a bailar "el son" que estos le tocan en cada
momento.