Cuando en cada gran manifestación
o concentración humana vemos algunos excesos de los miembros de los
cuerpos policiales, “dando cuero” a diestro y siniestro, nos
viene irremediablemente a la memoria aquellas imágenes de finales
del franquismo y parte de la transición, en las que se pretendía
“meter en cintura” y acallar a los demócratas que reclamaban
-entre otros- el derecho de libre expresión y manifestación (hoy
constitucionales), pero entonces lejanas quimeras que pretendían
aplacar los nostálgicos del antiguo régimen a base de palos.
Ahora vivimos una situación en
la que, al contrario de lo que sucedía entonces, lo que se pretende
es eliminar los derechos que tanta sangre, dolor y lágrimas costaron
alcanzar en la década de los 70 y 80, si nos guiamos por las
declaraciones de algunos Diputados, políticos fundamentalmente de
derecha y representantes empresariales, en las que alegan la
necesidad de eliminar el derecho de manifestación, aunque ellos
eufemísticamente lo llaman “regulación”, en una clara alusión
a este recorte de libertades.
Volviendo a los palos
policiales, tampoco quiero pecar de ingenuo, ignorando lo que sucede
en algunas manifestaciones y lo que tiene que aguantar la policía ,
desde insultos, escupitajos y lanzamiento de objetos de todo tipo por
parte de algunos desaprensivos, que muchas veces aprovechan estas
manifestaciones o concentraciones humanas para dar rienda suelta a
sus frustraciones y miserias, que poco o nada tiene que ver con el
motivo de las manifestaciones o concentraciones. Como ejemplo de lo
que digo están los disturbios violentos que últimamente suceden en
algunas concentraciones para celebrar los éxitos deportivos. Pero
tampoco esto último debe ser un eximente para policías
profesionales a los que se les requiere una especial formación para
pertenecer a estas unidades y por lo tanto para afrontar este tipo de
situaciones sin perder los nervios. En caso contrario, debería
hacerse mirar las capacidades del agente o los agentes en cuestión
para la pertenencia a dichas unidades.
Es de sobra conocido que, los
medios de comunicación se centran especialmente en este tipo de
incidentes, en base a que no es noticia la manifestación -por
numerosa que esta sea- sin incidentes, mientras que un par de
policías dando porrazos a troche y moche es portada segura de todos
los periódicos y telediarios, unos por puro morbo y otros por
venirles bien políticamente para destacar el supuesto carácter
violento de los manifestantes. Pero ellos (los policías) también lo
saben, por lo que es menos comprensible aún este tipo de excesos
policiales, a no ser que sea en si misma una estrategia política
para “reventar” una manifestación o concentración, en cuyo caso
estaríamos hablando de hechos perseguibles penalmente, tanto a los
inductores políticos como a los propios autores materiales de los
hechos. Las actuaciones de miembros de la policía vestidos de
paisano e infiltrados en las manifestaciones deben servir para
prevenir e identificar a los autores de actos violentos, no para
provocar ellos mismos los disturbios, como ya hemos visto en algunos
videos colgados en la red.
Por último indicar que, todos
somos conscientes de las dificultades de orden psicológico y de todo
tipo que debe representar para un policía su intervención para
reprimir una manifestación con la que se comparte reivindicaciones e
ideales, y en la que se participaría libremente de no ser por las
restricciones que se impone muchas veces a los miembros de estos
cuerpos. Son de sobra conocidos los recortes y congelaciones
salariales a las que se ven sometidos periódicamente todos los
funcionarios, entre los que se encuentran los policías. La supresión
de la paga de navidad es la última guinda a este pastel megareductor
y recortador de derechos laborales y económicos adquiridos, de los
que son también víctimas los propios policías. En estos cuerpos
hay ideologías de lo más variadas, como en cualquier otro colectivo
humano, otra cosa es que lo puedan expresar libremente. Si bien es
cierto que la ideología de derecha es la imperante, posiblemente por
falta de información o de deformación, por aquello de “la gente
de orden” que se estilaba tanto en tiempos pretéritos, también
los hay de izquierdas. Desgraciadamente hay también algunos
simpatizantes de movimientos de ultraderecha. A estos últimos se les
puede reconocer por pequeños detalles en su uniformidad, como son
las banderitas preconstitucionales en el reloj, uniformidad o arma
reglamentaria, algo totalmente antirreglamentario, pero de lo que los
superiores suelen hacer la vista gorda. De estos últimos, si bien
son una minoría, se les debería tener prohibido el acceso a estas
unidades especializadas por su tendencia violenta.
La intolerancia y fanatismo
expresado en la actuación de algunos de estos funcionarios,
referidos en el párrafo anterior, contribuye a tirar por tierra el
trabajo ejemplar de muchos y buenos profesionales de la policía
durante las diferentes manifestaciones o concentraciones humanas que
se celebran por todo el país. De hecho, son muchísimas más las
manifestaciones o concentraciones en las que la labor de la policía
es ejemplar y que finaliza sin cargas ni incidentes, pero sólo basta
una mala actuación de uno de estos descerebrados con uniforme
policial y porra en mano para echar a perder la buena y necesaria
labor policial en estas concentraciones.
Maestro Pancho.-
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