sábado, 17 de noviembre de 2012

-LOS PALOS DE LA POLICÍA-

Cuando en cada gran manifestación o concentración humana vemos algunos excesos de los miembros de los cuerpos policiales, “dando cuero” a diestro y siniestro, nos viene irremediablemente a la memoria aquellas imágenes de finales del franquismo y parte de la transición, en las que se pretendía “meter en cintura” y acallar a los demócratas que reclamaban -entre otros- el derecho de libre expresión y manifestación (hoy constitucionales), pero entonces lejanas quimeras que pretendían aplacar los nostálgicos del antiguo régimen a base de palos.

Ahora vivimos una situación en la que, al contrario de lo que sucedía entonces, lo que se pretende es eliminar los derechos que tanta sangre, dolor y lágrimas costaron alcanzar en la década de los 70 y 80, si nos guiamos por las declaraciones de algunos Diputados, políticos fundamentalmente de derecha y representantes empresariales, en las que alegan la necesidad de eliminar el derecho de manifestación, aunque ellos eufemísticamente lo llaman “regulación”, en una clara alusión a este recorte de libertades.

Volviendo a los palos policiales, tampoco quiero pecar de ingenuo, ignorando lo que sucede en algunas manifestaciones y lo que tiene que aguantar la policía , desde insultos, escupitajos y lanzamiento de objetos de todo tipo por parte de algunos desaprensivos, que muchas veces aprovechan estas manifestaciones o concentraciones humanas para dar rienda suelta a sus frustraciones y miserias, que poco o nada tiene que ver con el motivo de las manifestaciones o concentraciones. Como ejemplo de lo que digo están los disturbios violentos que últimamente suceden en algunas concentraciones para celebrar los éxitos deportivos. Pero tampoco esto último debe ser un eximente para policías profesionales a los que se les requiere una especial formación para pertenecer a estas unidades y por lo tanto para afrontar este tipo de situaciones sin perder los nervios. En caso contrario, debería hacerse mirar las capacidades del agente o los agentes en cuestión para la pertenencia a dichas unidades.

Es de sobra conocido que, los medios de comunicación se centran especialmente en este tipo de incidentes, en base a que no es noticia la manifestación -por numerosa que esta sea- sin incidentes, mientras que un par de policías dando porrazos a troche y moche es portada segura de todos los periódicos y telediarios, unos por puro morbo y otros por venirles bien políticamente para destacar el supuesto carácter violento de los manifestantes. Pero ellos (los policías) también lo saben, por lo que es menos comprensible aún este tipo de excesos policiales, a no ser que sea en si misma una estrategia política para “reventar” una manifestación o concentración, en cuyo caso estaríamos hablando de hechos perseguibles penalmente, tanto a los inductores políticos como a los propios autores materiales de los hechos. Las actuaciones de miembros de la policía vestidos de paisano e infiltrados en las manifestaciones deben servir para prevenir e identificar a los autores de actos violentos, no para provocar ellos mismos los disturbios, como ya hemos visto en algunos videos colgados en la red.

Por último indicar que, todos somos conscientes de las dificultades de orden psicológico y de todo tipo que debe representar para un policía su intervención para reprimir una manifestación con la que se comparte reivindicaciones e ideales, y en la que se participaría libremente de no ser por las restricciones que se impone muchas veces a los miembros de estos cuerpos. Son de sobra conocidos los recortes y congelaciones salariales a las que se ven sometidos periódicamente todos los funcionarios, entre los que se encuentran los policías. La supresión de la paga de navidad es la última guinda a este pastel megareductor y recortador de derechos laborales y económicos adquiridos, de los que son también víctimas los propios policías. En estos cuerpos hay ideologías de lo más variadas, como en cualquier otro colectivo humano, otra cosa es que lo puedan expresar libremente. Si bien es cierto que la ideología de derecha es la imperante, posiblemente por falta de información o de deformación, por aquello de “la gente de orden” que se estilaba tanto en tiempos pretéritos, también los hay de izquierdas. Desgraciadamente hay también algunos simpatizantes de movimientos de ultraderecha. A estos últimos se les puede reconocer por pequeños detalles en su uniformidad, como son las banderitas preconstitucionales en el reloj, uniformidad o arma reglamentaria, algo totalmente antirreglamentario, pero de lo que los superiores suelen hacer la vista gorda. De estos últimos, si bien son una minoría, se les debería tener prohibido el acceso a estas unidades especializadas por su tendencia violenta.

La intolerancia y fanatismo expresado en la actuación de algunos de estos funcionarios, referidos en el párrafo anterior, contribuye a tirar por tierra el trabajo ejemplar de muchos y buenos profesionales de la policía durante las diferentes manifestaciones o concentraciones humanas que se celebran por todo el país. De hecho, son muchísimas más las manifestaciones o concentraciones en las que la labor de la policía es ejemplar y que finaliza sin cargas ni incidentes, pero sólo basta una mala actuación de uno de estos descerebrados con uniforme policial y porra en mano para echar a perder la buena y necesaria labor policial en estas concentraciones.

Maestro Pancho.-



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