Dicen que los años te vuelven conservador; como esos ancianos cascarrabias, caricaturizados en las viñetas, que protestan por todos los cambios sociales y critican a los jóvenes. Pero yo cuantos más años cumplo más me enrojezco, y este fenómeno pictórico no se debe sólo a la rabia y a la indignación; que también. Hablo de ideología, hablo de ser cada vez más de izquierdas, aunque algunos anuncien el fin de las ideologías; los mismos que hacen negocio con la defunción de lo público; los mismos que demandan despidos masivos porque ellos serán los encargados de diseñar los ERES mortuorios a precio de oro, y de prestar los servicios públicos una vez privatizados.
Y si creer que esté sistema está absolutamente corrompido y al servicio de los intereses de unos pocos; que la interrelación entre empresarios y políticos es cuasi-conyugal; es que soy antisistema, pues lo soy. Y si pensar que los gobiernos de Hugo Chávez o Evo Morales están en el camino correcto cuando nacionalizan sectores estratégicos de la economía, significa que soy radical, pues lo soy. Bienvenido sea el “populismo” que ayuda a las mayorías sociales, aunque venga acompañado de campañas de desprestigio y ridiculización por las grandes empresas de comunicación, que no consiguen engañar ni a los niños.
Y si por criticar los abusosempresariales, y la agravada indefensión de los trabajadores, soy una radical. Pues lo soy. Porque ahora ya no tenemos derecho ni a faltar al trabajo por enfermedad porque se te descuenta del salario. Y posiblemente muy pronto a algún economicista bien pagado se le ocurrirá suspender hasta nuevo aviso las vacaciones pagadas.
Y si estar asqueada del bipartidismo nacional y del tripartidismo canario, harta de la falta de ética y ejemplaridad de la casta política, hace pensar que no creo en la política en mayúsculas, ni en su poder de cambiar las cosas, no es verdad. Sencillamente no quiero que me obliguen a elegir entre morir a fuego lento, o fritita en sartén hirviente. Pero sucede que las cartas están marcadas y el reglamento viciado, y en tanto no se cambien las reglas del juego, impugno la partida. Me declaro antisistema.
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