El
fútbol y la política tiene muchas similitudes; tanto uno como la
otra tienen seguidores incondicionales que son capaces de cualquier
cosa con tal de defender a su equipo del supuesto enemigo exterior y
que no admiten la más mínima crítica de “los suyos”; son los
famosos hoolingans.
En
el mundo del fútbol también son conocidos los aficionados radicales
y fanáticos que defienden sus colores por encima de todo; y aunque
su equipo lo haga rematadamente mal son incapaces de permitir la más
mínima crítica, tomándoselo como algo personal llegado el caso.
Todos hemos contemplado animadas charlas futboleras que llegado un
punto se tornaban casi violentas.
En
la política sucede algo parecido; están los afiliados o
simpatizantes reflexivos y con un alto sentido crítico, en el
conocimiento de que la crítica constructiva espolea al partido y
evita derivas indeseables, pero también están los radicales, que
defienden sus colores “man que pierda”, por encima de cualquier
otra consideración. Estos últimos aplauden a rabiar cada decisión
política por descabellada que sea, aunque con ello se esté
perjudicando a gran parte de la ciudadanía o al propio partido; nada
se cuestiona ni se critica.
Estos
seguidores y afiliados a los que he denominado hooligans son como los
músicos de la orquesta del Titanic, que seguian tocando sin
inmutarse a pesar de que el hundimiento era inminente. Por esta
experiencia ya pasó el PSOE antes de las últimas elecciones
generales, y la está pasando ahora el PP, porque ya sabemos aquello
de que nadie escarmienta en cabeza ajena; ¿o será que el objetivo
nunca estuvo en defender el interés general...?
Es
muy importante esto de fijar los objetivos, porque siendo lo más
difícil de averiguar de la política de un grupo gobernante,
conociendo sus procedimientos podremos visualizar sus objetivos; los
reales, porque una cosa es predicar y otra dar trigo...
Yo
creo que deberíamos dejar los violines y echar mano de los
salvavidas y los botes; pero sobre todo sacudir al Capitán y su
tripulación para despertarlos del sopor en el que navegan desde que
iniciaron su travesía . Ellos estan convencidos de que el rumbo es
el correcto a pesar de que los iceberg hace tiempo que hicieron acto
de presencia y amenazan con destrozarnos el barco en cualquier
momento, mandando al país a pique.
Estos
señores que nos gobiernan no se han dado cuenta de que esta nave
llamada España no es insurmegible, como tampoco lo era el Titanic;
por lo que deberían cerciorarse de que no vamos a rumbo de colisión.
Otro
día hablaré de la nave llamada Canarias y de su tripulación.
El
mejor aficionado es el reflexivo, el que quiere lo mejor para su
equipo, y no siempre lo mejor es que nos digan continuamente lo
buenos que somos; sin una sola crítica, sin un pero, porque nos
están condenando a morir de éxito. A todos nos gusta que nos adulen
la oreja, pero cuando pintan bastos -como es el caso- los aduladores
no ayudan, más bien lo contrario; interesa el espíritu crítico que
nos ayude a enderezar el rumbo.
A
muchos equipos de fúlbol una pitada a tiempo les hace reaccionar. A
estos gobernantes del PP les está haciendo falta una buena pitada de
su afición más fiel si de verdad quieren salvar a su equipo, y de
paso al país.
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