Cuando vi ayer la viñeta de Ramón, no sabía si reir o llorar, ver un pez con un ladrillo por boca es una ocurrencia genial, tanto como las ocurrencias de los redactores de la reforma de la Ley de Costas, con la que tampoco sabes por qué decantarte.
Yo pensaba que tras la locura vivida en la última década en las costas españolas, denunciada hasta la saciedad por Greenpeace en sus informes “Destrucción a Toda Costa” y ante la realidad de que el modelo económico del ladrillo ha contribuido mucho a que estemos en un profundo socavón del que no vemos cómo salir, si algún Gobierno se metía con la Ley de Costas, sería para enmendar los errores de la Ley de 1988.
Y no sólo no ha sido así, sino que las barbaridades más temidas aparecen recogidas en el nuevo texto. Además, hay ausencias tan clamorosas como una mínima referencia al cambio climático, se adivinan intereses más privados que públicos.... pero si...¡hasta es posible que se legalice el hotel de El Algarrobico!
Y no sólo no ha sido así, sino que las barbaridades más temidas aparecen recogidas en el nuevo texto. Además, hay ausencias tan clamorosas como una mínima referencia al cambio climático, se adivinan intereses más privados que públicos.... pero si...¡hasta es posible que se legalice el hotel de El Algarrobico!
Y por si fuera poco el texto original de la reforma, el Partido Popular ha incluido más enmiendas en el proceso en el que la Ley está en el Senado para seguir rebajando la protección ambiental de la costa y su privatización. Si ya se habían indultado sin criterios claros y transparentes una decena de núcleos urbanos, ahora se incluyen más.
El Ministro que apadrina la reforma, que tuvo que salir del Consejo de Administración de una constructora para ser ministro, está a punto de pasar a la historia por destrozar una ley justa, ponderada y necesaria hoy más que nunca. Eso sí, igual tiene la suerte de que al pez ladrillo le bautizan con su nombre. Méritos, desde luego, está haciendo.
Hoy se debaten en el Senado 170 enmiendas a la Ley original. Es uno de los últimos pasos antes de su aprobación definitiva. ¡Pide a los políticos que no acaben con la Ley de Costas!
El Ministro que apadrina la reforma, que tuvo que salir del Consejo de Administración de una constructora para ser ministro, está a punto de pasar a la historia por destrozar una ley justa, ponderada y necesaria hoy más que nunca. Eso sí, igual tiene la suerte de que al pez ladrillo le bautizan con su nombre. Méritos, desde luego, está haciendo.
Hoy se debaten en el Senado 170 enmiendas a la Ley original. Es uno de los últimos pasos antes de su aprobación definitiva. ¡Pide a los políticos que no acaben con la Ley de Costas!
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