Como siempre este tipo (con cariño) me saca una sonrisa. Es bueno cantando, es bueno escribiendo y, también considero que tiene buen fondo como el mismo dice. Todo un señor que nunca ha dejado de tener los pies en la tierra. ¡¡MUCHAS FELICIDADES!!
No voy a poder echar a nadie de FaceBook, porque me quedaría más solo que la una... La gente, ustedes, al saber que me molestaba eso de cumplir años, se han dicho aquello de "¿No quieres caldo?... ¡pues toma dos tazas!", y "cienes y cienes" de malvados se han puesto de acuerdo para recordarme el día en que Pepita "la del Teléfono" (casi toda mi familia materna echaba una mano en atender la central telefónica de mi pueblo), con la oportuna ayuda, nueve meses antes, de Antoñito "el del Molino" (mi padre, desde que regresó de Cuba, trabajó en un molino de gofio y en la planta generadora que daba luz al pueblo, ambos negocios de la propiedad de su hermano mayor, Faustino)... en un día como hoy, les decía, allá por el Cretácico Superior, cuando aún campaban a sus anchas los dinosaurios, se decidió a traerme a este injusto mundo lleno de sobresaltos.
Nací en la cama de mi abuela y tiró de mí, manipulando forceps y a pura mano, la avezada Celestinita la Partera, comadrona que ayudó a nacer a varias generaciones de mi pueblo. Cuentan las crónicas familiares que llegué a este mundo dando el cante, con unos berridos delcarajoparriba, como amenazando, premonitoriamente, que me iba a dedicar a la cantanta... ¡a joderle el oído a la pobre gente con mis grititos destemplados!
Crecí en mi comarca. Mi radio de acción, desde que tuve cierta libertad para moverme en "los coches de hora" y en "las guaguas de Román", estaba entre Guía, Gáldar y Agaete. Dudo que haya habido otro muchacho más feliz y más mataperro que yo. Con los años fui ampliando el área de mis incursiones y ya cuando andaba en los 18, no había pueblo en la isla por el que no me hubiera dejado caer al llamado de fiestas patronales, verbenas, romerías, cochafiscos, guateques y demás festejos, que nos aliviaban entonces de la timorata monotonía de aquellos años de nacionalcatolicismo.
Mis viejos me dejaron solo (no tengo hermanos) cuando contaban 60 y 65 años y he tenido que vadear el río de la vida sin sus sabios consejos, lo que me ha hecho un tipo algo desconfiado y mañoso… pero creo que no tengo un mal fondo (aunque, eso sí, hay que margullar mucho para llegar a tocarlo).
¿Que qué me queda por disfrutar de la vida?... Pues espero que mucho: seguir cantando hasta que las cuerdas vocales aguanten- lo siento por ustedes-; disfrutar, y sufrir, a mis nietitos; ver volar a mis palomos ladrones; acariciar a mis perros; parrandear con buenos amigos; seguir “metiéndole mano”, obscenamente, a mi sufrida guitarra; y, si se ponen a tiro y no hay que correr mucho detrás de ellas, en algún momento dejar a la guitarra arrimada para tañer, suavemente, al instrumento más perfecto que Dios, en su locura creadora, diseñó: LA MUJER.
¿Pero cómo va a ser eso… un hombre de su edad creyendo todavía en pajaritos preñados?... Pues sí, porque, una vez aprendes a nadar, por muchos años que pasen, sigues siendo capaz de mantenerte a flote. A lo mejor no te puedes hacer veinte largos en una piscina olímpica, pero aún te quedan fuerzas, y mañas, para darte “un bañito” de vez en cuando… ¡y todavía sin necesitar de “salvavidas” azules!... Ya saben: El amor, como las paperas, también te puede dar de mayor, y es entonces cuando suele atacar con más virulencia.
Bueno amigos, les agradezco a todos sus felicitaciones (en realidad no me disgusta tanto cumplir años… lo prefiero a los aniversarios de defunción) y me van a perdonar que no les conteste personalmente a todos… empecé a hacerlo, pero son demasiados: entre mails a mi cuenta de correo, mensajes telefónicos, y comentarios privados y públicos en FaceBook, pasan de cien y se me van a cansar mis pobres dedos.
Hoy, en el transcurso de una cenita que disfrutaré con amigos miamenses, brindaré por la salud de todos los que se han molestado en recordarme mi cumpleaños.
Atentamente,
Braulio (Joven Valor de la Canción Canaria)
Nací en la cama de mi abuela y tiró de mí, manipulando forceps y a pura mano, la avezada Celestinita la Partera, comadrona que ayudó a nacer a varias generaciones de mi pueblo. Cuentan las crónicas familiares que llegué a este mundo dando el cante, con unos berridos delcarajoparriba, como amenazando, premonitoriamente, que me iba a dedicar a la cantanta... ¡a joderle el oído a la pobre gente con mis grititos destemplados!
Crecí en mi comarca. Mi radio de acción, desde que tuve cierta libertad para moverme en "los coches de hora" y en "las guaguas de Román", estaba entre Guía, Gáldar y Agaete. Dudo que haya habido otro muchacho más feliz y más mataperro que yo. Con los años fui ampliando el área de mis incursiones y ya cuando andaba en los 18, no había pueblo en la isla por el que no me hubiera dejado caer al llamado de fiestas patronales, verbenas, romerías, cochafiscos, guateques y demás festejos, que nos aliviaban entonces de la timorata monotonía de aquellos años de nacionalcatolicismo.
Mis viejos me dejaron solo (no tengo hermanos) cuando contaban 60 y 65 años y he tenido que vadear el río de la vida sin sus sabios consejos, lo que me ha hecho un tipo algo desconfiado y mañoso… pero creo que no tengo un mal fondo (aunque, eso sí, hay que margullar mucho para llegar a tocarlo).
¿Que qué me queda por disfrutar de la vida?... Pues espero que mucho: seguir cantando hasta que las cuerdas vocales aguanten- lo siento por ustedes-; disfrutar, y sufrir, a mis nietitos; ver volar a mis palomos ladrones; acariciar a mis perros; parrandear con buenos amigos; seguir “metiéndole mano”, obscenamente, a mi sufrida guitarra; y, si se ponen a tiro y no hay que correr mucho detrás de ellas, en algún momento dejar a la guitarra arrimada para tañer, suavemente, al instrumento más perfecto que Dios, en su locura creadora, diseñó: LA MUJER.
¿Pero cómo va a ser eso… un hombre de su edad creyendo todavía en pajaritos preñados?... Pues sí, porque, una vez aprendes a nadar, por muchos años que pasen, sigues siendo capaz de mantenerte a flote. A lo mejor no te puedes hacer veinte largos en una piscina olímpica, pero aún te quedan fuerzas, y mañas, para darte “un bañito” de vez en cuando… ¡y todavía sin necesitar de “salvavidas” azules!... Ya saben: El amor, como las paperas, también te puede dar de mayor, y es entonces cuando suele atacar con más virulencia.
Bueno amigos, les agradezco a todos sus felicitaciones (en realidad no me disgusta tanto cumplir años… lo prefiero a los aniversarios de defunción) y me van a perdonar que no les conteste personalmente a todos… empecé a hacerlo, pero son demasiados: entre mails a mi cuenta de correo, mensajes telefónicos, y comentarios privados y públicos en FaceBook, pasan de cien y se me van a cansar mis pobres dedos.
Hoy, en el transcurso de una cenita que disfrutaré con amigos miamenses, brindaré por la salud de todos los que se han molestado en recordarme mi cumpleaños.
Atentamente,
Braulio (Joven Valor de la Canción Canaria)
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