Verano del 42 es una película, del año 1971, que gira en torno a la relación entre un adolescente y una joven mujer adulta en plena IIª Guerra Mundial. Muchos la recordarán también por su banda sonora y el tema The summer knows, óscar a la mejor música original en 1972. ‘42’, a secas, sin referencia estacional alguna, es el título de un film mucho más reciente. En este caso un drama deportivo sobre la vida de un jugador de béisbol que lucía ese número en su camiseta.
Pero el 42 del que les quiero hablar es mucho más cercano. Es el número de inmigrantes irregulares (o, si lo prefieren, de “extranjeros no registrados ni autorizados como residentes en el territorio español”, así se les denomina en la jerga administrativa oficial) que han logrado autorización para acceder a los servicios sanitarios en Canarias.
Recuerden que el PP, en una muestra de su singular grado de humanismo cristiano y solidaridad quitó la asistencia sanitaria a los inmigrantes irregulares en España. Es verdad, hay que reconocerlo, que “Dar Sanidad al inmigrante” no figuraba en ninguna de las Obras de Misericordia, aunque sí “Visitar y cuidar a los enfermos”, sin especificación nacional, étnica ni de status legal alguna.
Al margen del posible ahorro, los dirigentes conservadores pensarían dos cosas a la hora de tomar semejante decisión. Una, importante, que este colectivo no tine derecho a votar. Y dos, no menos relevante, que a una parte significativa de la ciudadanía no le parecería mal la medida, ya se sabe: la sanidad o el trabajo, “para los de aquí”. ¿Les suena?
Las comunidades autónomas se plegaron mayoritariamente a la normativa discriminatoria, excepto unas pocas. Es el caso de Euskadi, entonces gobernada por el PSOE, que decidió seguir atendiendo a todas estas personas en su sistema sanitario público. Pero también la psocialista Andalucía de Griñán y la conservadora Galicia de Feijóo.
48.652 bajas
Canarias, gobernada por CC y PSOE, no lo hizo así. El Servicio Canario de Salud retiró, durante el último semestre de 2012, nada menos que 48.652 tarjetas sanitarias a sus titulares, según señaló en su momento el Ejecutivo canario en una respuesta oficial a una pregunta parlamentaria.
Posteriormente, el Gobierno canario publicó la Orden de 14 de diciembre de 2012, que acordó “la puesta en marcha de las actuaciones en materia de promoción de la salud, la prevención de la enfermedad y la prestación de asistencia sanitaria, dirigidas a personas extranjeras no autorizadas”. Y que establecía una serie de condiciones que lo convertían en una auténtica misión imposible. Salvo para esos 42 tomcruises, por lo visto.
Ahora, y ante otra pregunta parlamentaria del Grupo Mixto-Nueva Canarias, el Gobierno reconoce que casi siete meses después han sido sólo 42 los inmigrantes que se han acogido a la orden y pueden acceder a la atención sanitaria.
Discurso oficial
Eso sí, rebaja la población potencial afectada de los 48.000 iniciales a 14.595, menuda precisión para tratarse de “irregulares”, al indicar que el resto ya abandonó las Islas.
Tomemos por ciertos los datos de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, aunque esa fuga de inmigrantes no concuerda con ninguna estadística conocida ni con el presidencial discurso sobre este asunto. Debieran tratar de coordinarse.
Demos por válido que son 14.595 los “extranjeros no registrados ni autorizados como residentes en el territorio español” que residen en estos momentos en el Archipiélago.
Concluyamos, por tanto, que tiene la inmensa fortuna de poder acceder a los servicios sanitarios un 0,29% de ese colectivo. Menos da una piedra.
Aplaudamos, en fin, una normativa legal tan eficiente, tan precisa en la consecución de sus objetivos. Realizada por un presunto (palabra clave en estos convulsos tiempos) Gobierno de centro-izquierda.
Y disfrutemos, los seres humanos legales, junto a esos afortunados 42 que no lo son, de un sistema que, desde la eliminación de las más de 48.000 tarjetas sanitarias, ha agilizado y mejorado los tiempos de atención en los Centros de Salud y eliminado las saturadas listas de espera diagnósticas y quirúrgicas en los hospitales. ¿O no?
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