Al
hilo de las últimas noticias referidas al tráfico de huesos en
torno al cementerio de La Atalaya y que tiene a todos los vecinos del
norte muy preocupados, constatamos el poco interés mostrado hasta la
fecha por nuestras autoridades municipales en este enclave de culto y
respeto. Quizás este abandono institucional, que se evidencia con
más intensidad en su falta de inversiones, sea el origen de los
polvos que ahora originan estos lodos, magnificados en este caso por
los medios de comunicación nacionales.
Según
parece, ahora todo el mundo sabía o había oído historias en torno
al “trapicheo” oseo en el cementerio de La Atalaya, todos menos
el Ayuntamiento. Incluso sale a relucir en los medios un episodio
parecido de hace diez años al que parece ser nadie dio la
importancia debida.
El
caso es realmente grave e intranquilizador, pero serán las
autoridades judiciales las que pondrán negro sobre blanco en este
asunto a la finalización de las investigaciones que parece ser se
están llevando a cabo para esclarecer los hechos.
Triste
es que tengamos que ser noticia nacional por algo tan escabroso, pero
al margen de lo anterior, las autoridades municipales deben revisar
los procedimientos y control del personal dedicados a tareas
municipales altamente sensibles para la población como lo es el
cuidado, control y vigilancia del camposanto. Es vox pópuli que
muchas personas tenían llaves del cementerio y que entraban y salían
a su antojo, algo evidentemente incompatible con la vigilancia y
respeto debido a los que allí descansan.
Es
lógico pensar que por parte del Concejal Delegado y del propio
Alcalde -como máximo responsable-, no se estaba ejerciendo el
control debido sobre el cementerio. Igualmente, me parece que es una
ocasión de oro para revisar los planes de mantenimiento e
inversiones de este camposanto, del que la propia Asociación de
Vecinos de La Atalaya ha reivindicado durante años actuaciones y
mejoras de evidente necesidad, de las que el Grupo de Gobierno con su
Alcalde a la cabeza no se han hecho eco.
Lo
menos que podemos pedir al Ayuntamiento de Santa María de Guía y a
los funcionarios encargados de la atención al cementerio es UN
RESPETO A NUESTROS MUERTOS, a fin de cuentas ese será nuestro último
destino (aunque algunos no se lo crean).
Paco
Vega.-
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