Andan
desgañitados José Manuel Soria y su gente vendiéndonos las
excelencias de las prospecciones y posteriores extracciones de
petróleo en aguas canarias. No paran. Incluso nos mandan a estos
pagos al Adelantado Brufau, que anda con un pie dentro y otro fuera
de Repsol dadas las pocas querencias que le tienen en Petromex, para
decirnos que somos unos soplagaitas porque nos oponemos, ante el
mundo que nos mira atónitos, a aprovecharnos de tanta riqueza. Día
tras día nos conmueven el ánimo con el soniquete de las bondades
del crudo a la economía canaria. Que si se crearán no se sabe
cuantos puestos de trabajo, que si se desarrollará la industria que
no tenemos, que si nos pondremos al nivel de las mayores rentas per
cápita del mundo…
Los
responsables populares, y los sectores empresariales que le siguen
el juego, no dejan de decirnos que si España no extrae el petróleo
(como si la petrolera fuera España o cuando menos una empresa
española) lo hará Marruecos. Dan lo mismo la oposición ciudadana,
los informes científicos, los riesgos para el turismo y el
suministro de agua a las islas. Incluso da lo mismo que Brufau nos
dijera que las bolsas no son las mismas y que las extracciones de
unos y otros no tienen nada que ver. Todo da igual. La estrategia
está clara. Se trata de mentir una y otra vez para que algo quede.
Nos
amenazan con las extracciones de Marruecos. Nos comentan que el país
alauita se va a aprovechar del petróleo y nosotros, que somos muy
tontos, no -a pesar de que su ministro de Turismo acaba de declarar
que si lo encuentran tendrán que valorar si afecta o no al turismo
y si está en una zona que es frágil o no-. Nos intentan convencer
de que hay que hacerlas rápido para evitar que el país vecino se
nos adelante… Pero lo que no se nos dice es que mientras España
acaba de dar el mayor hachazo de la historia a las renovables
comprometiendo su futuro por muchos años, en Marruecos van como una
tralla y acaban de poner en marcha un ambicioso plan de generación
de energías limpias. Y claro, con eso no nos comparan.
En
España se genera un déficit energético anual de 45.503 millones de
euros por la compra de combustibles y dependemos en un 76% de los
fósiles para poder abastecernos. En Marruecos la dependencia es de
un 97% y su gasto anual supera los 7.000 millones de dólares. La
diferencia con España es que mientras aquí seguimos apostando por
las fósiles en detrimento de las renovables, en Marruecos se acaba
de poner en marcha un plan de inversiones de más de 12.500 millones
de dólares para hacer posible que en 2020 un 42% de la producción
energética sea renovable. Y hablan de crear 50.000 puestos de
trabajo; de reducir las importaciones de petróleo en más de 2,5
millones de toneladas; de producir 300 millones de megavatios en la
mayor planta eólica de toda África, en la región de Tarfaya; de
eliminar emisiones de CO2 a la atmósfera, solo con esta instalación,
como si plantaran 150 millones de árboles; de haber creado un marco
legal e institucional muy atractivo para los inversores,
garantizándoles la seguridad jurídica que aquí no tienen; de
posibilitar igualmente un mercado para los proyectos pequeños en
entornos rurales; de construir la planta solar más grande del mundo;
de haber montado el Salón de las Energías Renovables más
importante de África; de haber creado la Agencia Marroquí de la
Energía Solar, la Agencia Marroquí de las Energías Renovables y de
haber aprobado en el Parlamento una Ley de Energías Renovables…
Según
Alexandra Mouaddine, profesora de Desarrollo Sostenible en Marruecos,
este ambicioso proyecto aumentará la parte de las energías
renovables hasta el 42% en 2020 (la energía solar, la eólica y la
hidráulica proporcionarán cada una de ellas el 14% de los 14.580 MW
previstos). Contribuirá a proteger el medio ambiente reduciendo las
emisiones de CO2 en 3,7 millones de toneladas por año y disminuirá
en 500 millones de dólares al año la adquisición de combustibles
fósiles por el Estado.
Hace
unas semanas, al inicio de un acto en Las Palmas de Gran Canaria, se
me acercó un señor y me entregó un tríptico. Se trataba de un
folleto anunciador del Primer Salón Internacional de Marruecos
dedicado íntegramente al sector fotovoltaico. Se celebrará en
Agadir en marzo del próximo año, con una exposición de más de
30.000 metros cuadrados. Y la responsable del evento es canaria. Y se
tiene que ir a Marruecos. Y no nos dicen que podríamos hacer lo
mismo, sino que tenemos que apostar por el petróleo. Ese es el
debate.
Mientras,
por aquí, las noticias no pueden ser más desalentadoras. A pesar de
que hace unos días el ministro Soria reconocía que “en el primer
semestre de 2013, más de la mitad de la producción viene de fuentes
renovables. Vamos por el buen camino”, y de que los costes del
sistema eléctrico han sido menores en los últimos años gracias a
las renovables, lo cierto es que la reforma energética recién
aprobada ha supuesto un golpe brutal al sector, abocándolo a la
ruina. La inseguridad jurídica ahuyenta a los inversores; la
revisión con efectos retroactivos de las condiciones lleva a la
quiebra a muchas instalaciones; los peajes y los impuestos al sol
disuaden a los consumidores, a los pequeños ahorradores y a las
familias para el autoconsumo, lo que impide un ahorro al sistema de
129 euros al año por autoconsumidor…
Y
en Canarias la situación es mucho peor. A pesar de que el
aerogenerador instalado por Gamesa en Arinaga, con su récord de
producción en España, ha venido a insistir en las condiciones
idóneas del sureste grancanario para generar energía, lo cierto es
que Endesa acaba de anunciarnos que está meditando abandonar el
proyecto de la central hidro-eólica de Chira-Soria. Y la Asociación
Canaria de Energías Renovables y la Asociación Eólica de Canarias
acaban de lanzar un manifiesto durísimo que cuestiona las medidas
adoptadas hasta ahora por el ministerio de Industria, Energía y
Turismo, las trabas de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea y las
dificultades administrativas. Y nos recalca que producir con eólica
en las islas cuesta 89 euros por MWh y con las convencionales 230
euros MWh. Casi nada.
El
último presidente de la Comisión Nacional de la Competencia lo dejó
muy claro: “se trata de llenar los bolsillos de las eléctricas en
detrimento del precio que pagamos los ciudadanos”. Por eso no nos
puede extrañar la información que nos hacía llegar Vozpópuli el
pasado 6 de abril: “Faes ficha al clan del gas y expertos
pronucleares para criminalizar a las renovables”. Es así. Faes
dicta las políticas del Gobierno en materia energética y a través
de estos “expertos”, ligados al gas y las eléctricas, ha llegado
a la conclusión de que las renovables son las culpables de los
desequilibrios del sistema y del déficit tarifario y que la solución
está en la construcción de nuevas plantas nucleares y en los ciclos
combinados de gas, a pesar de su sobrecapacidad y de que se ha optado
por su hibernación por ser inservibles en estos momentos. Pero
llegados a este punto no nos podemos olvidar de que José María
Aznar, que controla Faes, es un empleado cualificado de
multinacionales como Enel-Endesa, una energética de un país
extranjero, y de las americanas Doheny, ligada al sector energético
e inmobiliario, J.E Roberts, también de lo mismo, KPMG, asesora de
Bankia para las preferentes y auditora del Banco de España, según
el Confidencial, y de News Corporation (Murdoch) que controla gran
parte de la información en el mundo. En esas manos estamos.
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