Saludé al 15M mucho antes de que este naciera. José
Luis Sampedro tuvo la culpa. Su pensamiento, recogido en libros,
conferencias, artículos,... y fundamentalmente, su impagable
testimonio vital, su honestidad, su independencia y su amor a la
libertad, acabaron constituyéndose en razones poderosas para que
muchos comenzáramos a creer que otra forma de hacer política era
posible, que otra economía, era posible, que otra redistribución de
las cargas y de la riqueza, era posible.
Apareció el 15 M. Lo saludé, lo aplaudí y de alguna
humilde manera, lo empujé.
Nunca me preocupó que su aparente -o tal vez real-
anarquía asamblearia tuviese capacidad para liderar un programa de
gobierno. A eso se agarraba la derecha política y mediática para
intentar desprestigiar y aniquilar el movimiento, y muy posiblemente
en esa aparente fragilidad, descansaban seguros y ociosos los
partidos de izquierda, al considerar que ahí tenían un enorme
granero de votantes que tarde o temprano acudirían al paraguas de
sus siglas para expulsar al enemigo común.
La verdad es que yo nunca consideré imprescindible que
el Movimiento del 15M tuviera que convertirse en una plataforma
política de poder real. Me parecía que tenía una importantísima
misión de conciencia crítica ciudadana. Esperaba su participación
indignada y combativa en las asociaciones vecinales, en los
colectivos estudiantiles y de trabajadores. Creía que podría
convertirse en conciencia programática y de combate para conseguir
que el poder volviera definitivamente al pueblo. Si el movimiento se
revitalizaba, si lograba conectar con los descontentos, los excluidos
y los soñadores, acabaría siendo una fuerza tan poderosa, que los
partidos políticos no tendrían más remedio que reconvertirse y
dedicarse, “a tiempo completo”, al servicio público.
Pero claro, esto era sólo una opinión. Otros pensaron
que había que dar otro paso.
Y llegó Podemos. Dicen que para quedarse. Mucha gente
ha recibido su aparición como lluvia fresca en medio del desierto.
Parece que hablan en un lenguaje que podemos entender. Es más que
probable -como bastantes se encargan en reiterar- que muchos no
conozcan “la letra pequeña”, pero, //¿Y a quién le importa?//
-dirán los esperanzados- // De los que nos han traído hasta aquí
conocíamos “todas las letras”, y miren donde estamos //
Lo realmente cierto es que Podemos no ha dejado
indiferente a nadie. Una gran parte de la población les ha acogido
con esperanza o con curiosidad, y los poderes políticos, sean del
signo que fueren, los poderes económicos y la inmensa mayoría de
los mediáticos, no han tardado en expulsarlos a las tinieblas
exteriores. O eso al menos pretenden.
Pero el país necesita debates serios. Debates en el que
no prime el espectáculo, ni las audiencias, ni las cuotas. Debates
en los que participen políticos, economistas, intelectuales,
asociaciones vecinales, trabajadores sociales... dirigidos por
periodistas independientes, libres, honestos. Los ciudadanos tenemos
derecho a saber. Sin ese conocimiento no existe democracia y el voto
sería una pantomima. Tal vez pretendan eso, pero sería un error
monumental.
De todas formas, Podemos tiene un largo camino por
delante en el que deberá demostrar a la gente que sus propuestas son
serias, y que van en serio, que no están diseñadas para ganar
votos, sino para darle la vuelta a un sistema que se ha demostrado
injusto, intolerable e inservible. Tendrán que explicar también,
que para conseguir eso tendremos que enfrentarnos a fuerzas muy
poderosas que no permitirán por las buenas que les arrebaten sus
privilegios. Que no saldrá gratis. -¡Es lo que tiene, pretender
conseguir la redistribución de la riqueza de forma justa!-
Y sería bueno demostrar, que todo esto es posible,
“gobernando”. Primero, desde el propio partido, con transparencia
y con democracia, pero también, desde una pedanía, un ayuntamiento,
una mancomunidad o una diputación (dejemos el gobierno de la Nación
para más adelante). Y en sus manos está. A la vista de las
encuestas, no parece que sea misión imposible. Hay mucho hartazgo,
demasiada frustración acumulada y unas enormes ganas de cambiar las
cosas.
Algo debería quedar claro sin embargo: Podemos no es el
15M. Con toda seguridad, hunde sus raíces en aquella explosión
venturosa. Pero el 15M es mucho más. Y nadie debería apropiarse en
exclusiva su conciencia.
Llegados a este punto, a uno se le ocurre pensar en las
razones que hacen posible que una historia, absolutamente
extraordinaria y consolidada, como la que viene protagonizando el
municipio de Agüimes durante los últimos treinta y tantos años, no
sea conocida, estudiada y debatida en todos los foros de la Comunidad
Canaria y del Estado.
Desde el mes de Abril de 1979, el colectivo Roque
Aguayro, con un programa tan “radical”, ambicioso y exigente como
el que se atribuye a Podemos, y con una clara estructura asamblearia
y de participación vecinal que son su seña de identidad, llega al
poder municipal y gobierna de forma ininterrumpida y con mayorías
absolutas, hasta el día de hoy.
Han sido muchos los que han seguido con curiosidad, con
respeto y con alegría indisimulada, el durísimo trabajo que los
distintos equipos de gobierno, siempre bajo el liderazgo de Antonio
Morales, han llevado a cabo durante todos estos años. Los grandes
partidos tradicionales, estatales y nacionalistas, acogieron con
sorpresa su primer triunfo, pero apostaban doble contra sencillo a
que ni siquiera acabarían la legislatura. Evidentemente, se
equivocaron.
Si alguien entre ustedes -especialmente mis amigos
peninsulares- quisiera saber qué ha pasado durante estas tres
décadas en este bello pueblo de mi tierra, que genere respuestas en
Google, que visiten las Webs de Roque Aguayro o del propio
Ayuntamiento, que lean los libros y los cientos de artículos del
Alcalde (uno por cada semana de gobierno). Y si su curiosidad fuese
mayor, les diría que preguntasen a la gente de la calle de otros
pueblos por lo que piensan de Agüimes y de su Alcalde.
Por ahora no quiero extenderme más. Tan sólo
confirmarles que no soy de ese pueblo, no milito ni he militado en el
Colectivo Roque Aguayro, y durante la dictadura conocí a un gobierno
municipal retrógrado, clasista y caciquil contra el que muchos
tuvimos que luchar. Afortunadamente, a ese pueblo no lo conoce ya ni
su madre. Muchos canarios, de muy distintos signos ideológicos, nos
sentimos orgullosos de lo que los Ciudadanos de esa Villa han
conseguido.
“No
sabemos hasta donde llegará.
Ni siquiera cuánto va a durar.
Lo que sí sabemos es que ha podido ser.
Y si ha podido ser, ya nunca dejaremos
que lo llamen utopía”.
Antonio
Cerpa Santana es natural de Telde. Estudió Sociología, fue
sacerdote y reside en Madrid. En junio de 2013 pregonó las fiestas
de San Juan de Telde.
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