Algunos
que hemos tenido la suerte de convivir con otros pueblos y culturas,
dentro y fuera de España, tendemos a realizar una ponderación de
esfuerzos en nuestros análisis de las cosas. Yo quiero pensar que
esto es bueno, porque si viajar -en el más amplio sentido de la
palabra- te abre la mente a otras formas de ver la vida, convivir con
distintas sociedades lo hace aún más.
A
veces entre mis amigos o compañeros noto miradas extrañas ante mis
respuestas cuando surgen temas espinosos como por ejemplo el de la
independencia de Cataluña. Mi primera respuesta ante la disyuntiva
en forma de pregunta es ¿y cuál es el problema? Y mi segunda
respuesta ¿Y qué ha hecho España para conquistar la simpatía de
los catalanes? Y además añadiría; quién mejor que los catalanes
conoce sus problemas y sus singularidades.
Lo mismo podría
aplicarse a Canarias. La situación del pueblo canario es muy
parecida a la del catalán (salvando las distancias -en favor de
Canarias-), ya que los canarios venimos sufriendo un desprecio
permanente por parte del Gobierno de la nación, independientemente
de su color político.
El sentimiento de colonia
se ha hecho más patente que nunca en esta última legislatura, y es
que parece ser que los diputados o senadores canarios sólo se ocupan
de mantener su culo bien pegado al sillón, y saben perfectamente que
levantar la voz para defender los intereses de Canarias, que
casualmente es lo que prometen legislatura tras legislatura, les
costaría ese codiciado sillón parlamentario.
Lamentablemente los
canarios carecemos del orgullo de pueblo que si sienten los
catalanes, y por eso en estas últimas elecciones han castigado
duramente al PP, que les ha tratado con cierta condescendencia
bravuconería ante el desafío soberanista. El PP ha cometido el
error de pensar que todos los catalanes son Convergencia, al igual
que en Canarias pensaron que todos son Coalición Canaria. Trasladan
las rivalidades de partido a toda una ciudadanía, desentendiéndose
del daño causado, que no es poco, y de los problemas reales de los
ciudadanos.
Lamentablemente los
canarios tenemos en el subconsciente un enfermizo complejo de
inferioridad o sentimiento “genuflexo” ante el Gobierno de
España, comportamiento que hemos visto escenificado recientemente en
el propio Presidente de todos los canarios en su visita al Rey. Este
sentimiento unido a un estado de ánimo “mendigante”, gracias al
cual nos vemos suplicando una y otra vez ante el estado para que se
nos apliquen políticas igualitarias, especialmente las económicas,
ya no mejoradas -que sería lo lógico habida cuenta de las
especificidades canarias como la lejanía y la fragmentación
archipielágica- sino simplemente la igualdad con el resto del
Estado. Año tras año y legislatura tras legislatura vemos a
nuestros políticos nacionalistas (los otros -PPSOE- están en primer
tiempo de saludo, prietas las filas a lo que diga Madrid), mendigando
unas migajas de atención para este terruño alejado de la península,
cuando no teniendo que soportar el “apriete de clavijas” de los
propios canarios en las filas del PP y “bajo las botas” de un
Ministro canario para más inri.
La escenificación de lo
que digo lo hemos visto por última vez en lo que se ha venido en
llamar “el anclaje del REF” donde se “baten el cobre”
representantes de Gobierno Canario -CCpsoe- y del Gobierno Central
-PP-. Parece ser que hace muchos años que tenemos aprobada una Ley
fiscal especial para Canarias que debería favorecernos
económicamente, pero lamentablemente todos los gobiernos estatales
incumplen sistemáticamente su aplicación, a pesar de estar
contemplado en la propia Constitución, por lo que a estas alturas de
la película (la Constitución es de 1978), necesitamos “anclar”
el Ref (será para que no se lo lleva la marea...). Parece ser que lo
mismo ocurre con multitud de leyes que supuestamente deberían
proteger, beneficiar y fomentar la economía y la vida de los
canarios pero que los sucesivos gobiernos estatales ningunean mirando
para otro lado. Habría entonces que ponerle “ancla y rezón” a
todas las leyes canarias porque parece ser que la sola inclusión en
el BOE o en el BOC no son suficientes.
Yo sinceramente apuesto
por dejar que nos lleve la marea, ya que tanto “peso” nos está
hundiendo el futuro de Canarias.
Para mayor abundamiento
de lo que digo tenemos a un presidente de Canarias que ya “hacía
ojitos” (antes de serlo) al PP y al Gobierno de la Nación cuando
daban carta blanca a Repsol para que expoliasen Canarias al más
viejo estilo colonialista, en contra de la opinión mayoritaria del
pueblo canario. Ahora en la presidencia del Gobierno Canario baraja
sus cartas de cara a los inminentes comicios generales de final de
año, porque si el viento electoral sopla a favor del PP dejarán
caer -a buen seguro- por la borda al PSOE para abrazarse al “nuevo
amante” sin el menor pudor.
Los de Nueva Canarias por
su parte (la ex-esperanza blanca), han decidido echarse un amigo como
el PSOE “con derecho a roce” para los mismo comicios en lugar de
buscar sus apoyos y confluencia con fuerzas nacionalistas canarias (y
no hablo de CC). Lamentablemente una vez más perdemos otra
oportunidad de ganarnos el “respeto de Madrid”, pero sobre todo
de ganarnos el respeto de nosotros mismos. Seguimos pensando más en
los asientos y en vivir de la política que en defender a los
canarios que juraron o prometieron defender.
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