sábado, 27 de mayo de 2017

Periodismo pantuflo, por Paco Vega.

Días pasados hablaba con un amigo de la manipulación periodística, y más concretamente de algún periodista radiofónico con el que en el pasado compartimos visión de la realidad social y política de Canarias, pero que a día de hoy dilapida su prestigio profesionalidad en una deriva marrullera en favor de determinados grupos de interés

Es agotador y frustrante leer a determinada prensa, escuchar algunos programas de radio, ver programas e informativos de televisión que algún día fueron referente informativo de muchos, tomar la denigrante deriva del descrédito por la vía de “don dinero”. Este tipo de periodismo, si se le puede llamar así, se le ha venido a definir despectivamente como “PERIODISMO PANTUFLO”.

Dicen que la primera víctima de todas las guerras es la verdad, y este país hace tiempo que se declaró la guerra a la verdad, habida cuenta del número de mercenarios a sueldo que trabajan para determinados medios, en los que más allá de ideales políticos mienten más que hablan, siempre que les paguen bien claro.

Todos hemos visto en renombradas tertulias o desde sus columnas de opinión lanzar las más variadas de las falsedades con tal de “agradar” a su público o a su pagador. Es lamentable observar la pléyade de periodistas que son capaces de cualquier cosa y en los que la profesionalidad y deontología hace tiempo desaparecieron, si es que alguna vez la tuvieron. Es tan grave este asunto que se le podría equiparar a la corrupción policial o judicial. Algunos se sienten tan respaldados enconómicamente en su errática trayectoria que incluso desprecian que les lleven a los tribunales una y otra vez por tales motivos.


Es lamentable escuchar en todos los medios a tertulianos con pátina de “entendidos” vomitar despropósitos en contra de unos y a favor de otros sin el más mínimo rigor ni argumento. Por lo mismo que comprenden y justifican en unos, condenan al paredón de la crítica a otros, simplemente por si son azules o morados, naranjas o rojos… Hay un programa de este estilo, en una emisora de ámbito nacional, en horario de tarde, que en su programación canaria mantiene en emisión una tertulia que debería ser ejemplo perfecto de en la facultad de periodismo de “cómo no deben hacerse las cosas”, con un moderador que ironiza permanentemente sobre casi todos los temas y personas que tocan cada día, especialmente los que no son de su cuerda política. La profesionalidad y la seriedad periodística brilla por su ausencia, en la que los invitados (casi siempre los mismos) intentan agradar al moderador y director del programa en sus pésimos chascarrillos, rectificando su criterio sobre lo hablado si no es de la opinión del moderador. Seguramente los oyentes habituales de radio ya sabrán de quien hablo. Tristísimo.

Comprobar alarmantes coincidencias, afirmaciones y puntos de vista entre determinados medios de comunicación y algunos partidos políticos clama al cielo, no porque eso sea malo en si, sino porque lo suelen estar basadas en falsedades.

En este país al que se pone precio a todo, si mala es la corrupción política y empresarial, peor es la informativa. Lo que se ha venido en llamar cuarto poder, es también retorcido y prostituido en beneficio de intereses espurios, en interés de los de siempre.

También hemos visto proliferar recientemente como setas a determinado tipo de “periodistas” que cámara y micro en mano se dedican a importunar y faltar al respeto a determinados personajes públicos con la única intención de provocar una reacción violenta y así tener una noticia donde no la había. Probablemente este tipo de periodistas hace unos años estaría haciendo crónica del corazón, pero parece ser que han encontrado en la política-ficción un filón por explotar.

En esta selva de despropósitos y retorcidos intereses es un autentico lujo poder disfrutar del placer de leer y escuchar a los periodistas de referencia que, más allá de intereses políticos o empresariales, son capaces de permanecer fieles a la esencia de una honorable profesión que muchos mancillan con sus mentiras y su descrédito. Da gusto escuchar opiniones independientes, docentes, que marcan la diferencia y que generan el respeto de todos, incluso de los que piensan diferente. Por supuesto nadie está en posesión de la verdad absoluta ni yo soy quien reparte patentes de profesionalidad, pero todos sabemos cuando alguien habla con criterio profesional y cuando no.



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