Nos
la van metiendo doblada y no nos enteramos (perdonen por el palabro),
pero es que viendo algunos programas de televisión de seudo-tertulia
periodística compruebo como nos cuelan cada día mensajes de
adoctrinamiento sobre una realidad impuesta a los sufridos
trabajadores, en base a la nefasta y destructora Reforma Laboral.
A
nadie se le esconde ya que las últimas reformas laborales han sido
letales para la dignidad de los trabajadores, y que no han hecho más
que precarizar el ya de por si podrido mercado laboral, consiguiendo
entre otras cosas, que aumente cada día el número de trabajadores
pobres, es decir, personas que aún teniendo un trabajo remunerado no
ganan lo suficiente para vivir dignamente... Como es un tema tan
complejo y con tantas aristas sólo voy a referirme hoy al famoso
“contrato en prácticas”, que estos días ha requerido la
atención de los medios debido a un famoso concurso de la tele en el
que se habló de las precarias condiciones de trabajo de algunos
cocineros en prácticas.
Ya
en el argumentario de algunos “hooligans” defensores de las
medidas ultra capitalistas en vigor, pretenden asimilar el contrato
en prácticas (ahora en vigor), con el de una figura del siglo pasado
como es la del “aprendiz”. La pretérita figura del aprendiz
estaba casi siempre vinculada a un menor de edad y sin estudios que
se acercaba a un profesional para ejercer de ayudante mientras
aprendía de su mano la esencia de la profesión (casi siempre
manual), la mayor parte de las veces sin sueldo o a expensas de
alguna generosa y puntual propina del formador. Hoy en día los que
acceden a contratos en practicas no tienen nada que ver con el
formato anteriormente descrito, ya que los “beneficiarios” de
estos contratos suelen ser titulados superiores o técnicos que
después de cursar sus estudios, muchos de ellos con practicas
incluidas, se aproximan al mundo laboral, en ocasiones incluso
después de tener cierta trayectoria profesional en otras empresas
con “contratos normalizados”, pero que al llegar a determinadas
nichos de empleo se encuentran con este tipo de contratos en
prácticas como única opción para acceder al puesto de trabajo (es
aceptarlo o quedarse en el paro).
En
el citado programa de televisión y las tertulias generadas al calor
de la polémica, han destapado -probablemente sin querer- la triste
realidad de muchos profesionales de la cocina que, después de
realizados sus estudios, e incluso después de desarrollar otros
trabajos, acceden a las cocinas de prestigiosos y reputados cocineros
con la intención de ganarse la vida dignamente, al tiempo que se
cultivan un buen currículum que les valga para su proyección
profesional. Por supuesto ninguno de ellos espera cobrar lo que un
profesional de primera línea, experto con muchos años detrás de
los fogones, pero desde luego lo que no esperan es encontrarse con
esta prostitución laboral encubierta que significan los CONTRATOS EN
PRÁCTICAS o contratos basura, llegados de la mano de la nefasta
reforma laboral de este Gobierno.
A
nadie se le escapa que mientras una minoría accede a este entorno
laboral de los prestigiosos cocineros, hay otro montón de
profesionales que sin estas expectativas laborales y curriculares,
también están sometidos a los mismos contratos, puesto que la Ley
no discrimina entre quien va a trabajar con un contrato basura a un
restaurante con varias estrellas michelín (sin duda una minoría), a
quien va a trabajar al último restaurante o bar de pueblo, con el
mismo contrato, pero con unas expectativas laborales muy inferiores.
Es decir, se nos quiere vender la oportunidad de trabajar junto a un
reputado profesional por cuatro duros, por lo que significa para el
curriculum, sin pensar que la inmensa mayoría no puede acceder ni de
lejos a esas proyecciones. Y hacer constar además que, estos mismos
trabajadores no siempre tienen unos padres que les pueden mantener,
en ocasiones ya son padres de familia con obligaciones que afrontar o
proyectos futuros de pareja y emancipación, que por supuesto deben
quedan postergados para mejor ocasión.
Estos
contratos se extienden como plaga en el mercado laboral (no sólo en
las cocinas) y está significando para muchos empresarios sin
escrúpulos la oportunidad de tener dos o tres trabajadores por el
precio de uno. Trabajadores muchas veces con las mismas exigencias y
responsabilidades que los que ejercen sus funciones con “contratos
normalizados”.
La
galopante precarización laboral de la mano de estos contratos y
otros de los denominados popularmente “CONTRATOS BASURA”, unido
al alarmante nivel de paro y la falta de escrúpulos de muchos
empresarios, que basan su nivel de competitividad única y
exclusivamente en un abaratamiento de los costes laborales, nos
conduce irremediablemente a una prostitución del trabajo que no hará
más que calentar los ya de por sí enfurecidos ánimos de nuestra
sociedad, que observa impotente como se nos está privando de lo más
sagrado, EL DERECHO AL TRABAJO (Art. 35 de la Constitución
Española).
Hasta
ahora les ha funcionado muy bien a esta clase gobernante el pan y
circo, es decir, tener a las grandes masas ocupadas y preocupadas las
24 horas del fútbol y de la caja tonta, con programas basura, cada
vez más vulgares, y subidos de chismorreo barato, unido a la gran
manipulación a través de los grandes medios de comunicación en los
que, unas veces de forma descarada y otras más sutiles van
adoctrinando a la población sobre lo que tienen que pensar y
consecuentemente sobre lo que tienen que votar. Lo que tienen que
adorar y lo que deben odiar. Así nos vamos encaminando casi sin
darnos cuenta y con “opiniones ajenas” a la adoración del
látigo que nos fustiga.
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