Este
texto tenía que haberlo escrito hace un par de años, pero nunca
encontraba el momento oportuno al tratarse de un tema familiar. Pero
lo cierto es que el hecho de que una persona siga hoy con vida es
gracias a la profesionalidad de un médico que supo ver en unos
síntomas, aparentemente menores, una lesión grave y actuar en
consecuencia.
Lo
he contado muchas veces en círculos de amigos y familiares o cuando
ha salido a relucir el tema sanitario en múltiples conversaciones,
pero he pensado que la historia bien merece un reconocimiento
público, porque si en lo que se refiere a quejas y errores estamos
raudos para hacer pública la denuncia, también deberíamos hacer lo
propio cuando un profesional hace bien su trabajo. En este caso muy
bien, especialmente cuando se salva la vida de una persona.
Hace
unos meses escribí un artículo titulado “salud divino tesoro”,
en el que venía a criticar las carencias del Servicio Canario de
Salud, entre otras cosas. Sin embargo hoy quiero romper una lanza por
los profesionales de la sanidad canaria. Y es que lo mismo que el mal
profesional se convierte en un obstáculo, cuando tenemos mermada
nuestra salud, acabamos viendo como un “ángel” al buen
profesional sanitario. Porque no hay nada como tener buena salud, lo
que desgraciadamente sólo valoramos cuando la perdemos.
Y
como es de bien nacidos ser agradecidos, quiero aquí y ahora valorar
la profesionalidad y la calidad humana de un médico que hace unos
dos años LE SALVÓ LA VIDA A UN PACIENTE en el Centro de Salud de
Santa María de Guía. Este hombre con 86 años que contaba entonces
(ahora puede disfrutar de sus 88 primaveras), acudió al Centro de
Salud por un simple dolor de cabeza. Sin embargo su médico, en vez
de mandarle a su casa con una aspirina o algún otro analgésico -que
hubiese sido lo normal- le pidió más detalles del referido dolor.
El médico, buen conocedor de sus pacientes, sabía que este no es de
los que van al centro de salud por un simple dolor de cabeza. El
paciente le explicó entonces que, las molestias le venían
sucediendo desde hacía varios días y que tenía la sensación de
“llevar algo suelto en la cabeza”. Supongo que sería este
síntoma el que alertó al médico que entonces le preguntó si se
había dado algún golpe o sufrido alguna caída reciente, a lo que
el paciente respondió que si, que sufrió una caída tonta en su
casa y se golpeó la cabeza, pero no le dio importancia porque apenas
le dolió y ni siquiera le salió un moratón.
El
médico con el historial del paciente a la vista comprobó que éste
estaba tomando el famoso Sintrom (un anticoagulante sanguíneo), por
lo que muy acertadamente le envió de forma inmediata al Servicio de
Urgencias del Hospital Dr. Negrín, ante la sospecha de estar en
presencia de un derrame cerebral. En el citado centro hospitalario
confirmaron sus sospechas -después de las pruebas pertinentes-
ordenando su intervención quirúrgica con carácter urgente.
Gracias
a la profesionalidad y diligencia de este médico hoy en día podemos
seguir disfrutando de la compañía y de los sabios consejos de esta
persona.
El
paciente en cuestión es MI PADRE.
El
excelente profesional médico es el Dr. D. FRANCISCO
VICENTE SARMIENTO DE LA FE del Centro de Salud de Santa María de
Guía, que junto a otros grandes profesionales realizan una labor
callada pero fundamental y “vital” en este y en todos los centros
de salud repartidos por la geografía canaria.
Gracias
al Doctor por su diligencia y profesionalidad. Gracias también al
cuadro de médicos, enfermeras y auxiliares del Dr. Negrín que le
operaron y trataron estupendamente para que a día de hoy continúe
entre nosotros.
Los
profesionales de la sanidad siguen siendo de lo más valioso de
nuestra sociedad, a pesar de los pesares… Cuidemos y mimemos a
nuestra sanidad canaria. NOS VA LA VIDA EN ELLO.
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