Al
hilo de la polémica suscitada en Arguineguín (Sur de Gran Canaria),
durante la procesión de la Virgen del Carmen, en la que ante la
advertencia que al parecer hizo la Guardia Civil sobre la
responsabilidad de los patrones de las embarcaciones saliendo en
procesión con más pasajeros de los permitidos, éstos decidieron
regresar a puerto, suspendiendo así la procesión marítima a modo
de protesta.
La
realidad náutica de nuestras costas ha sido siempre bastante
“relajada” en cuanto al cumplimiento de las medidas de seguridad
establecidas para proteger la vida humana. Durante años no ha sido
extraño ver navegando en nuestras costas a embarcaciones que
superaban con creces el número máximo de pasajeros permitidos por
embarcación, especialmente en época estival o festivas como la
acontecida recientemente. Estos límites son habitualmente rebasados
en este tipo de procesiones marítimas en algunos lugares, en los que
la tradición, la fe y la fiesta ponen en precario en ocasiones a la
seguridad de los pasajeros.
Creo
que la Guardia Civil ha obrado correctamente en cumplimiento de la
normativa de seguridad náutica en vigor, ante el peligro que supone
este tipo de excesos. El hecho de que con demasiada frecuencia se
haya tolerado determinadas actitudes no significa que en algún
momento haya que “poner pie en pared” para evitar lamentar
tragedias indeseables. En el futuro no estaría de más que la
propia Dirección General de Marina Mercante o Capitanía Marítima
diese instrucciones precisas sobre el particular, evitando así
disfunciones que sólo favorece la eliminación de barreras al
riesgo.
El
verano es tiempo propicio para la navegación, aunque no se debe
perder de vista unas cuantas premisas para que, lo que apuntaba a ser
un día idílico de pesca o paseo marítimo termine en tragedia. En
ocasiones, determinadas cuestiones relacionadas con la seguridad no
son tenidas en cuenta por los novatos, por su propia falta de
experiencia, ni en los veteranos por exceso de confianza.
Para
que un día de disfrute y placentero no se torne en tragedia es muy
importante no sobrepasar las capacidades propias de la embarcación
en cuanto al número de pasajeros y límites legales de navegación.
También se deber ser escrupuloso en cuanto a material individual y
colectivo de salvamento especificado para cada tipo de embarcación
(chalecos salvavidas para todos los ocupantes, etc.). Otro apartado
muy importante sin duda a tener en cuenta son las comunicaciones, por
pequeña que sea la embarcación, no confiando en exceso en la
telefonía móvil que a cierta distancia de la costa o zona de
acantilados no enlaza con las antenas repetidoras, al margen de
capacidades de carga, etc.. Toda embarcación, aunque no lo exija la
norma, debe ir provista de una emisora de banda VHF marina (Canal
16), que le permitirá comunicarse con la autoridad marítima o con
cualquier otra embarcación de la zona en caso de peligro.
La
navegación tiene un punto agravado en cuanto a la seguridad que no
se tiene tierra adentro. Una avería de motor o cualquier otra
incidencia en un coche no tiene mayor repercusión, más allá de
llamar a la grúa para llevarlo al taller, sin embargo en el mar una
avería de este tipo te puede costar la vida, no digamos una vía de
agua, independientemente de la distancia a costa.
El
exceso de confianza siempre ha sido aliado de la tragedia en el mar,
por lo que la seguridad debe ser requisito y prioridad número uno.
Los profesionales de la mar lo saben, al margen de celebraciones,
procesiones y devociones. Celebrar la procesión marítima velando
por la seguridad de todos los participantes puede y debe ser
compatible. Es responsabilidad de los patrones de las embarcaciones y
por supuesto de las Autoridades.
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