En estos últimos meses de cambios políticos primero y de grave pandemia mundial después,
hemos visto subir el suflé de la intolerancia y el fascismo hasta límites insospechados, nunca vistos en este país desde el franquismo y la falsa transición. La parte positiva de todo esto es que hemos visto caer las caretas de los falsos demócratas, tanto políticos como civiles de a pie, que durante años nos han vendido la moto del constitucionalismo y otras gaitas farfulleras, cuando en realidad lo que añoran es el poder y el dinero, a toda costa. Otros simplemente estar arrimados al poder por la posibilidad de arañar pretéritos beneficios personales o familiares, y algunos por puro analfabetismo político. Determinado tipo de personas siempre ha gustado de estar con “el poder”, entendiendo por el poder las armas o el dinero, no por ideología sino por puro egoísmo personal. Y en esas estamos, pero con todo este contubernio político-sanitario y los egos tirados al monte, las pasiones -las bajas- se han desatado hasta límites insospechados.Ya es la tercera vez en estos meses convulsos que, en privado, “me advierten” de la “peligrosidad” de mi beligerancia contra todo tipo de corruptelas y fascismos. También me han advertido del malestar de algunos excompañeros por mis artículos o declaraciones públicas, y otros me dicen que soy muy atrevido o que hablo demasiado... Yo que soy un angelito de Dios… Y es que esa famosa frase de que “a este país le huelen los pies y los sobacos a franquismo” cobra ahora más sentido que nunca. ¿Qué es eso de que un exguardia civil, que se supone es de “los nuestros” esté todo el día atacando y señalando tendencias franquistas y guerracivilistas? ¿Qué es eso de que un exguardia civil sea “encarnado” y además lo haga público? Hasta ahí podíamos llegar… Cuando la realidad es que muchos tricornios son encarnados por dentro. Lo digo con conocimiento de causa, pero siempre gritan más los que menos argumentos tienen.
Pues eso, que si hacemos un repaso somero de todos los acontecimientos que ya venían sucediendo en los últimos tiempos de forma más o menos soterrada pero que ahora parece se han desatado todos los demonios y las vergüenzas políticas, ayudados por unos medios de comunicación vendidos claramente a la derecha extrema de este país, podemos ver un panorama que, de no ser por lo grave de la situación sería ridículo y vergonzante. Porque el que muchos pobres trabajadores -e incluso parados- muertos de hambre, digo bien, muertos de hambre, aplaudan, compartan sus mensajes e incluso voten a una extrema derecha tirada al monte del fanatismo y hasta la violencia es para hacérselo mirar.
Claro que también puede significar que aquellas viejas mañas de Goebbels (el padre de la propaganda nazi), puestas en marcha ahora de forma milimétrica por las derechas españolas, estén funcionando a la perfección. Especialmente el punto número 5 que habla del Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.
Todos y cada uno de los principios de Goebbels los está aplicando en la actualidad las derechas extremas de este país. Compruébenlo y se sorprenderán. Recuerden que nada es casual y que Hitler llegó al poder democráticamente, no como Franco, que lo hizo por las armas, asesinando a millones de personas, durante y después de la guerra, en el frente de batalla y en la retaguardia, incluso en lugares en los que no hubo enfrentamiento bélico como Canarias. El golpe de Estado se impuso en Canarias sin necesidad de trincheras, frentes y batallas. A pesar de ello, se apunta que entre 2.000 y 3.000 personas fueron asesinadas entre 1936 y 1939 y que 6.000 canarios pasaron por las cárceles y los campos de concentración. Hay que recordar que en Canarias no hubo Guerra.
Compruebo lamentablemente que sigue existiendo MIEDO a expresarse en libertad, a decir lo que se piensa, a reclamar las injusticias, a denunciar a los delincuentes de cuello blanco. Son muchos los años de sometimiento, con los cuarenta años de dictadura y, otros tantos de falsa transición -intercalada de asonadas militares y el famoso ruido de sables- que algunos medios de comunicación se encargan de recordar cada cierto tiempo. Hay como una especie de dictadura soterrada que ha “mostrado la patita” en cuanto ha empezado a tambalearse el bipartidismo imperante y esta democracia imperfecta al tiempo que, otros actores entraban en escena. Actores que no deben nada a los bancos ni a los grandes poderes económicos y que por lo tanto no están dispuestos a seguir comulgando con ruedas de molino, mientras se sigue sangrando al pueblo y privándole de derechos. Esta democracia tiene los pies de barro y ahora se nota más que nunca. Trabajemos por cimentar con hierro y hormigón lo que no se hizo en el 78.
Es justo en momentos como el de ahora, en los que se ve peligrar nuestros derechos y libertades de la mano de unos charlatanes que sólo aspiran a seguir beneficiando a una minoría adinerada dominante y a recortar los derechos sociales de la mayoría, cuando los demócratas debemos levantar la voz y visualizar que somos mayoría. No vale callarse ni mirar para otro lado, en las redes sociales, en el supermercado ni en la barra del bar. Ahora que hasta las clases adineradas se han atrevido a manifestarse, en descapotable y con chófer pero manifestación al fin y al cabo, no podemos mirar para otro lado los que de verdad nos jugamos nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Nos quieren desinformados, manipulados o acobardados. ¿De qué sirve la libertad si no la usamos…?
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