Descubrir el corazón y la motivación
del fascismo es como pelar una cebolla. Empiezas quitando las
cáscaras más superficiales: las de la devoción por la bandera, el
amor a la patria
(el país del que se trate, ya que son todas iguales en ese sentido),
la unidad; los adoradores del
ejército y
las fuerzas de seguridad; el odio al diferente o al que se sale de la
norma más pretérita de la secta (si, he dicho secta). Al
tiempo que vas pelando la cebolla se te van saltando las lágrimas,
muchas veces porque te
vas
dando cuenta de la gran mentira a medida que te
acercas
al corazón. Porque esa es otra, la inmensa mayoría de seguidores de
“la cebolla” no se percatan nunca del gran engaño, o lo hacen
cuando ya es demasiado tarde, conformándose por el camino y entre
lágrimas con los restos de las sucesivas cáscaras que se van
extrayendo o con simples
palmaditas en la espalda. Y
así hasta llegar al corazón de la cebolla, EL DINERO, al
que por supuesto nunca llegan los facha-pobres.
Si, el dinero está siempre detrás de ese montón de cáscaras cuya
única misión es entretener a la inmensa mayoría de seguidores de
la secta. Los beneficiados del
sistema SON CUATRO que,
única y exclusivamente ambicionan el dinero, acaparando
todas las formas posibles de riqueza.
Para ello necesitan tener
EL PODER y EL CONTROL de todo (por
eso siempre necesitan estar a bien con los uniformados, aunque la
mayor parte de las veces se vaya todo en palmaditas de
falsedad).
Lógicamente no pueden llevar
su verdadera intención escrita en la frente, puesto que necesitan de
todas esas cáscaras para esconder sus verdaderas intenciones, al
tiempo que se hacen acompañar -inocentes o no- de los “adoradores
de cáscaras”, que les
ayudarán a conseguir el preciado tesoro.
Durante
el transcurso de toda esta larga “operación culinaria” hay
muchos que lloran con la citada
cebolla, estando dentro o fuera
del sistema; los que están fuera como víctimas y los de dentro al
percatarse del cruel engaño.
Finalmente son muy pocos los “seleccionados”
que consiguen
disfrutar
del jugoso sabor del corazón de la cebolla.
Siempre
habrá cáscaras que pelar para tener entretenidos a los más,
persuadidos de que pertenecen a
otra casta, mientras los menos disfrutan de las mieles del gran
engaño. Son muchas las
cebollas en juego para los menos y muchas más las cáscaras para
entretener a los más (los
fachi-pobres). Así funciona el
fascismo. “Los pelacebollas”
sólo son útiles para aplaudir
y votar, si este último fuese
el régimen de la ficción.
¿Acaso
hay que explicar que las
personas aman a
otras
personas, no a
los trapos de colores?
¿Acaso
hay que explicar que uno se siente querido en su país cuando tiene
garantizado un salario digno, así como una sanidad y una educación
públicas de calidad?
¿Acaso
hay que explicar que el ejército y las fuerzas de seguridad están
para procurar la seguridad de todos, no
la de unos pocos comedores de corazones de cebollas?
En
fin, séquense las lágrimas y contrasten las informaciones para
que no terminemos llorando todos,
pero no por las cebollas.
Y ya saben, obras son amores y
no buenas razones.
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