Seamos Canarias, seamos país

 

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Con los ecos del reciente rebumbio de elecciones generales, me gustaría centrarme en este país canario, “atormentado por la lava y por la sed”, como diría el cantautor Braulio en su canción “Canto a Canarias”, aunque ahora el propio autor salga desdibujado de aquel joven de convicciones profundas. Decía la letra de aquella canción lo que hoy podría ser todo un decálogo de prioridades para los que amamos y soñamos el futuro de esta tierra:

A esta tierra atormentada por la lava y por la sed,
nos la pintan desde lejos como al "más bello vergel";
a esta tierra de abandonos y a esta gente sin "por qués" nos la ahogan con palabras
que no calan ya su piel.

Yo no cantaré a mi tierra con el tópico triunfal,
la verdad sin eufemismos es ya hora de afrontar.
No seré menos canario si me niego ahora a emplear ese tono almibarado con que digo otro cantar.

Tengo miedo que a mi tierra la sacuda un día el volcán,
si se enconan las pasiones sabe Dios qué va a pasar.
Construyamos la esperanza de que un día TODOS y en PAZ,
avancemos codo a codo hacia nuestra IDENTIDAD.

Olvidemos los rencores que nos puedan separar...,
somos siete corazones con un solo palpitar,
siete viejas esperanzas que se extinguen en el mar,
siete gritos desgarrados para quien quiera escuchar...

Defendamos a Canarias de los que quieren vender a intereses extranjeros nuestro suelo y nuestro ser.
No cedamos al chantaje de los que quieren hacer de esta tierra fortaleza que sostenga su poder.

Tras la lectura de esta letra, ya no digamos del disfrute sereno de esta hermosa canción, “sobran las palabras”…

Cualquier canario -de nacimiento o adopción- que quiera a esta tierra como propia, que sienta cada latigazo al territorio como en su propia piel, puede visualizar la especulación de siglos de avaricia y abandonos, una especulación que ahora se vuelve de “alta tensión”, disfrazada de Ecoisla. Ahora que se vislumbran posibilidades de acumular los codiciados megavatios, aunque sea a costa de nuestros paisajes, convierten al sector en un panal de rica miel, al que acuden grandes capitales foráneos a extraer su “dulce néctar” económico. No importa que haya que inundar las medianías norteñas con cables de alta tensión. No importa que haya que “decorar” el corredor Sur con esperpénticas torres eléctricas. No importa agujerear el interior de pueblos del Sureste para facilitar que fluya el “néctar eléctrico”. No importa que el bello barranco de Arguineguín deba ser destrozado por la avaricia de especuladores y políticos de toda condición

Se puede perdonar un error (y dos), nadie es perfecto, pero ver a un partido o partidos torcer y retorcer argumentos con tal de favorecer la especulación, para que unos pocos se hagan de oro, es hacer lo de siempre, favorecer a los mismos disfrazándolo con políticas ambientalistas. Tampoco es de recibo gritar e ilusionar a un pueblo con canariedades que se disipan al primer empellón de directrices foráneas. Seamos serios.

Creo que estamos faltos de cimentaciones sólidas, que hemos dejado que otros decidan por nosotros proyectos y construcciones de país, que hemos tolerado estructuras y abandonos por encima de nuestra posibilidades. Debemos tomar las herramientas de nuestro futuro, con planos y trazados nuevos, con ilusión, lejos de capataces y direcciones de ultramar, ajenas a los intereses canarios. Tendrá que ser poco a poco, sin prisas, como se hacen las grandes estructuras, reconociéndonos a nosotros mismos, aprovechando la sabiduría de los viejos, así como la fuerza y el ímpetu los jóvenes.

Aquí no sobra nadie. Seamos proyecto de futuro. Seamos Canarias. Seamos país.

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