La mentira es ruin, pero morbosa y rápida en su difusión. La mentira es propagada por todos, pero especialmente por los desinformados, por los acomplejados y frustrados que ven en ella una despiadada forma de resarcirse de su propia mediocridad. La mentira inunda todos los espacios de nuestras vidas. Sucede además que, “es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada”, frase acuñada al escritor norteamericano Mark Twain. Esta es una realidad incuestionable y por ello es tan complejo revertir las mentiras. “Miente que algo queda”, es otra de las frases del acervo popular que viene a referir que, aunque las mentiras sean descubiertas, siempre queda un pozo de duda, una mancha difícil que borrar. La mentira es además fácil de elaborar, y los más habilidosos tienen preparado siempre un repertorio de nuevas mentiras por si se ven cogidos en un renuncio que ponga al descubierto su estrategia. En el fondo dan mucha pena, pero hay un montón de personas con ese perfil que conviven entre nosotros, a los que en ocasiones incluso damos crédito.
La mentira se ceba especialmente con los pobres, por ingenuidad, para terminar culpando a otros pobres de su pobreza. Los históricos movimientos migratorios son siempre soportados por los pobres. Los ricos no emigran sino que trasladan su residencia… El matiz no es menor ni casual...
Llevamos años “soportando el problema de la inmigración”. Entrecomillo intencionadamente la frase porque en realidad no somos nosotros las víctimas del “problema de la inmigración”. Las víctimas son los propios emigrantes que se ven obligados a abandonar su familia, sus costumbres y raíces para buscar oportunidades de subsistencia en tierras lejanas, muchas veces jugándose la propia vida. Sin embargo debemos soportar, casi cada día, titulares de prensa y comentarios en redes sociales referidos a los inmigrantes, señalándolos como los culpables de casi todo. Las mentiras, el racismo y la xenofobia que muestran esos titulares y comentarios se entrelazan permanentemente. A ver quién convence entonces a los engañados de la tremenda montaña de mentiras y prejuicios que inundan nuestra sociedad…
La inmigración “irregular”, “ilegal” o “los menas”, como se llama de forma despectiva a los MEnores No AcompañadoS en los titulares de prensa y en la mayor parte de comentarios de redes sociales, nunca son inocentes. Tampoco cuando las mismas noticias recurren al genérico “magrebí” o “subsahariano”, para indicar su procedencia u origen, en un reduccionismo racista que hemos asumido con total naturalidad, en lugar de por su nacionalidad, que pocas veces se menciona. Unos modos y formas periodísticas que habría que revisar en profundidad, puesto que ni aconteciendo la pérdida de vidas humanas empatizan con las víctimas y sus familiares. Y es que poco tiene que ver un senegalés con un nigeriano, por poner un ejemplo, aunque tengan el mismo color de piel; pero funciona muy bien en aplicación del principio número uno propaganda nazi de Goebbels, que habla de “individualizar al enemigo en un único adversario”, en una evidente intención de criminalizar también aquí, a la inmigración pobre.
Me indigna comprobar la miseria humana a través de comentarios en redes sociales de personas insensibles que no leen ni escuchan, que creen que el mundo se reduce a su pequeño círculo vital. Me cansa leer comentarios de personas que no aciertan a entender la gravedad de lo que está sucediendo en África para que tanta gente se juegue la vida a una sola carta. Son miles cada año los que mueren en el intento, sin embargo sabemos que no son pocos los que seguirán señalando a los inmigrantes africanos que huyen de la guerra y la pobreza como los culpables de su ignorancia.
Los problemas no se solucionan con odio. El de la emigración tampoco. Esta gente emigra de su tierra con dolor como lo hicimos los canarios en su día. No somos mejores ni peores que ellos. Nos molestan los que vienen en patera o cayuco porque tienen otro color de piel. Los blancos de ojos azules que entran por aeropuertos no molestan porque se parecen a nosotros, pero eso debemos reconocer que es racismo. No podemos repetir como loros lo que cuatro charlatanes van soltando por redes y medios de comunicación cegados de odio. Los canarios debemos empoderarnos informativamente, por la cuenta que nos trae, porque ocuparse de lo que sucede en nuestra tierra es imprescindible.
La inmigración no es un problema. Lo grave es que no se pongan medidas para solucionar las guerras y hambrunas que la ocasionan, que miles de personas se tengan que jugar la vida cada año en una travesía casi suicida, y que luego en Canarias no se gestione adecuadamente su traslado a España o Europa.
La inmigración ha existido desde el comienzo de la humanidad, como el odio, el racismo y las mentiras...
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