No es la primera vez que mi
dueño y compañero de fatigas deja que me exprese libremente en este
blog. Pues yo ¿qué quieren que les diga? aprovecho la oportunidad y
les cuento algunas cosillas, y en esta ocasión quiero hablarles de
los perros de mi pueblo, pero no de todos, sino de los que campan a
sus anchas sin que nadie ponga orden ni control. Es para mí
decepcionante y hasta humillante que mientras mi dueño me saca atado
con la correa, llevando siempre consigo la bolsita -para mis
necesidades- , y me tiene al día de mis vacunas y tratamientos
antiparasitarios, otros campan a sus anchas, abandonados, sin correa,
sin vacunas, sin control, sin higiene y repartiendo por todo el
entorno sus excrementos y, cuando pueden, rompiendo bolsas de basuras
-en la que buscar algo de alimento- esparciendo todo su contenido.
Me consta que mi dueño y
otros vecinos han solicitado la intervención de las autoridades
municipales en este tema, incluso ha enviado escritos informativos y
ha mantenido conversaciones con algún concejal, pero hasta la fecha
parece que estos señores tienen cosas más importantes que hacer y
no solucionan estos problemas.
Y el problema se agrava
porque algunos de estos perros, ante la falta de alimentos y el
abandono se han vuelto muy agresivos, obligando a los vecinos de la
zona cuando sacan a pasear a sus mascotas a acompañarse de palos u
otros artilugios para poder defenderse del ataque de estos canes.
Para más inri ahora con los calores, además de sembrar el miedo
entre las pacíficas mascotas y sus dueños, siembran multitud de
pulgas y garrapatas que se convertirán en plaga como ya sucedió el
año pasado. Y ante la falta de control ya se han apuntado otros
canes nuevos a este grupo.
Todo esto que aquí les
cuento sucede principalmente en La Atalaya, que es el lugar en el que
tengo mi hogar y por el que transito cada día cuando me sacan a
pasear. Es de suponer que en la capital municipal (Ciudad de Guía)
esto no sucede, ya que la Autoridad Municipal
intervendría urgentemente para corregir esta situación. Pero aquí
en los barrios y “suburbios” aledaños las cosas funcionan de
otra manera.
Desde mi humilde concepción
perruna de la vida no entiendo que los vecinos tengan que salir
temerosos de sus casas ante la presencia de estos canes por la
despreocupación de quien debe velar por la seguridad pública. No
creo que estén esperando a que ocurra una desgracia para actuar ...
Espero que la próxima vez
que asome mi nariz perruna por las redes sea para contar que
finalmente se han solucionado estos problemas y que tanto nuestros
dueños como nosotros podamos salir a a la calle libremente, sin más
preocupación que olisquear todos los rincones y disfrutar de un
agradable paseo.
Guau...
Toy.-
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