Fue en 2010 cuando se presentó en la Casa de Colón una monumental obra: Tesoro léxico-canario americano de los doctores Corrales Zumbado y Corbella Díaz, catedrático de Filología Española el primero y catedrática de Filología Románica la segunda, ambos en la Universidad lagunera. La obra la editó el Cabildo grancanario, pues había obtenido el Premio de Investigación Canarias-América concedido por aquella Casa en 2008. Y en 2011 recibió el Premio Real Academia Española (RAE): "Una aportación muy valiosa para el conocimiento de las interrelaciones del español atlántico".
Aparte de los autores intervino en el acto el doctor Frago Gracia, prologuista y persona muy vinculada a Canarias (es Miembro de Número del Instituto de Estudios Canarios), ex catedrático de Historia de La Lengua Española en la Universidad de Zaragoza (hoy, emérito) y autor de una gran variedad de estudios sobre las hablas canarias como Raíces peninsulares y proyección americana del léxico canario, Fondo lingüístico canario y afinidades americanas (siglos XVII-XVIII), Origen peninsular e influjos americanos del español de Canarias o El español de Canarias en la historia de la lengua española, por citar solo algunos ejemplos.
Recuerdo que sus primeras palabras fueron directo resultado de un buchito que había tomado unas horas antes en cualquier cafetín de la ciudad. Dijo que cuando se lo sirvieron le llamó la atención el sobre del azúcar (azucarillo, lo llamó), pues en una de sus dos caras leyó “Léxico Canario” y, a continuación, una palabra considerada como dialectal, con su significado. (Tengo un sobre delante, de mi cafesito del sábado. Define la voz “zarandajo”: ‘Informal, persona en la que no se puede confiar’. Y como es de justicia reconocerlo y agradecerlo, en la otra cara se lee “Azúcar BLANQUILLA. Café ORTEGA”. )
¿Qué importancia tuvo aquel sobre de azúcar? Pues, en principio, podría pensarse que se trataba de una simple anécdota, quizás de una estrategia del orador para conectar directamente con el público o, acaso, de una brusca ruptura con el rigor academicista que otros imponen, pues a fin de cuentas no todos los presentes éramos sabios en la materia. Sin embargo, el sobre endulzador fue la constatación de que el habla canaria ha trascendido aulas, libros, ensayos y estudios. Así, cualquier persona en cualquier momento y en el más variado espacio físico de la Isla puede tomar conciencia de las variedades relacionadas con el léxico canario. Lo cual, dijo, dejaba de ser un superficial hecho para convertirse en la constatación de que, hoy por hoy, el dialecto canario (o variante dialectal, o habla de tránsito) es el más estudiado de los que se refieren al español, salvo en América, claro. Y la obra que presentaba esa noche es un riguroso ejemplo del buen hacer.
Y por tal razón se remontó a estudios anteriores, a los trabajos de los doctores Régulo Pérez, Pérez Vidal… y a la intensísima labor de investigación que en los años setenta incentivó la ULL, uno de cuyos brillantes resultados era el libro que se presentaba. Todo lo cual justifica, en conclusión, que la firma Café Ortega tuviera la feliz idea de popularizar con su iluminada intención voces que pertenecen al habla canaria.
Especial atención le prestó al doctor Alvar López, catedrático de Lengua Española que fue de la UCM y cuyos trabajos sobre dialectología resultan fundamentales para conocer la variedad lingüística del habla canaria en el conjunto de las variantes del español. Su ALEICan (Atlas Lingüístico y Etnográfico de las Islas Canarias), pionero en tal clase de estudios, y sus nombramientos como doctor honoris causa por las Universidades de La Laguna y de Las Palmas de Gran Canaria son la constatación de una vida entregada a su fundamental trabajo sobre nuestra habla, aunque también amplió el campo de estudios con la dirección y el prólogo delDiccionario de Historia Natural de las Islas Canarias (1982), de Viera y Clavijo (1731-1813).
Sin embargo, y a pesar de los nobles intentos de la empresa y de los trabajos de investigación, parece que hoy se impone una tendencia muy extendida: eliminar aquellas voces del léxico canario que nos identifican lingüísticamente. (¿Desdén, rechazo a lo autóctono, adaptación a lo que erróneamente podrían considerar como únicas formas cultas las procedentes de la península? ¿Cierto desprecio en las aulas, nula consideración de un elemento definidor o, acaso, complejillo –incultura- de que en Canarias hablamos mal cuando llamamos seba, balde, burgao a sus correspondientes alga, cubo, caracol?) Pero, además, el principio de acción-reacción no se limita al campo léxico, abarca ya las formas verbales y los pronombres. Así, encuentro en la recién leída novela de un canario (editada en la península) expresiones como “¿os lo imagináis?, venid vosotros a por mí” aunque la acción se desarrolla en las Islas y sus personajes son canarios. Mas no es el único caso, pues en un concurso (2013) del Museo Élder lo constaté en muchos trabajos presentados.
Hay quienes argumentan que si un principiante canario publica con una editorial peninsular, la primera condición que aquella impone es exactamente la que aquí comento, es decir, la implantación de la segunda persona del plural y la eliminación de voces, expresiones o giros del habla canaria. (Sin embargo, a nadie se le ocurrió imponer la forma vosotros en las ediciones españolas de García Márquez, Vargas Llosa, Rulfo… Ni se les pasa por la cabeza cuando publican a los canarios Alexis Ravelo, José Luis Correa… ¿Por qué?)
Y sobre voces y formas verbales, insisto en lo de siempre: las dos variantes (burgado / caracol, vosotros / ustedes) son absolutamente válidas, correctas, aunque el plural “ustedes” indica respeto en el español peninsular, y aquí es el mismo ante los tratamientos de tú / usted. Sin embargo, hay elementos lingüísticos que definen a un pueblo, que lo caracterizan. Y malo es cuando ese pueblo pierde sus señas de identidad no porque sus variedades dialectales sean incorrectas o vulgares, en absoluto, sino por la incultura de quienes las rechazan.
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