El
otro día me comentaba un compañero, cuyo padre es aldeano, que
cuando era pequeño odiaba tener que ir a La Aldea a visitar a sus
abuelos paternos, de hecho, cuando fue mayorcito para tomar sus
propias decisiones se negó a ir más. El hombre tiene hoy 40 años,
y fue tanto lo que le marcó su infancia este trayecto que hoy en día
se siente reacio a volver a tomar aquella serpenteante y peligrosa
carretera aldeana.
Seguramente
a nadie le quepa duda que trasladarse al municipio de La Aldea de San
Nicolás supone más que una aventura para cualquier habitante de la
isla redonda pero, ¿alguna vez nos hemos parado a pensar lo que
significa para los aldeanos vivir con esa intermitente
incomunicación?
En
una ocasión acudí al Centro de Especialidades Médicas de Gáldar
acompañando a mi madre y allí me tocó vivir una escena tremenda
porque pude conocer de primera mano las dificultades de los aldeanos.
Otra más. Allí me enteré que en La Aldea no tienen Centro de
especialidades y deben trasladarse hasta Gáldar cuando tienen que
ser atendidos por un especialista. Para no entrar en detalles sólo
les diré que me causó gran impacto comprobar como personas de edad
avanzada habían tenido que madrugar muchísimo para coger la guagua
y estar a su hora en el médico, pero mucho más me indignó conocer
que el médico llegará una hora más tardea su consulta por asuntos
personales. Si yo me puse de los nervios al conocer que tendríamos
que permanecer aún más tiempo en la consulta con el delicado estado
de salud de mi madre, no pude evitar pensar cómo se sentirían
aquellas personas -la mayoría ancianos- que además no podrían
coger determinada guagua de regreso, lo que les obligaría a pasar el
día en Gáldar y a regresar casi de noche. Naturalmente presenté
una reclamación ante la falta de profesionalidad y descortesía de
aquel médico.
Estos
días hemos vuelto a tener conocimiento de nuevos y peligrosos
desprendimientos en esa carretera, mientras que la obra de la nueva
vía sigue parada por falta de dinero. Sin embargo hay dinero para
“Fitures” y viajes autonómicos y ministeriales. Hay dinero para
rescatar bancos y para mundiales de baloncesto con su inversión
correspondiente en pabellones deportivos. Incluso se plantean
proyectos de instalación de gradas supletorias en el estadio de Gran
Canaria para que los aficionados puedan soplar en el cogote de los
jugadores.
Los
aldeanos deben pedir el respeto que se merecen, pero todos los
grancanarios debemos apoyarles en su reivindicación, porque además
de justa y necesaria es de vida o muerte. Y esto no son palabras
huecas sino hechos contrastados. La lista de personas que han perdido
la vida en esa carretera es ya demasiado larga, con agentes de
tráfico incluidos. No es posible que se recorten los dineros para
una obra prioritaria como esta cuando en dinero se sigue gastando a
manos llenas en acontecimientos totalmente prescindibles en momentos
de crisis.
¿Cuántos
muertos necesitan los Gobiernos para acometer esta obra vital para
los aldeanos?
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