lunes, 20 de abril de 2015

HISTORIA DE UN DESATINO o DESASTRE MEDIOAMBIENTAL CANARIO, por Paco Vega

El hundimiento del barco ruso Oleg Naydenov el pasado martes 14 de abril a 15 millas al Sur de Punta Maspalomas (con 120 metros de eslora y 1.400 toneladas de fuel), ha sido el penúltimo episodio de un cúmulo de desatinos por parte de los responsables de velar por la seguridad marítima. Un Gobierno que sin embargo si ha sabido hacer valer sus competencias en materia de aguas territoriales cuando le convino (para autorizar unas prospecciones en Canarias), pero que parece mirar para otro lado cuando de la seguridad marítima se trata.

Probablemente las autoridades deberían ser más estrictas en el cumplimiento de la legislación marítima en cuanto a las condiciones de seguridad de los buques que surcan y tocan puertos Canarios, algunos de los cuales están más cerca de la chatarra que de las condiciones óptimas para la navegabilidad. Es evidente que no hemos aprendido nada del accidente del Prestige.

Por otra parte, las decisiones tomadas inicialmente por el responsable local -o dirigidas desde Madrid- ordenando la salida del barco de puerto y “dándole un paseo” hasta Fuerteventura, para luego regresar al sur de Gran Canaria, parecen tomadas en el camarote de los Hermanos Marx, puesto que no la puedo imaginar como una decisión encaminada a la mejor extinción del incendio ni a contener un posible vertido, muchísimo más factible de controlar en una zona acotada y segura del recinto portuario, mucho más accesible a medios humanos y materiales que en el mar abierto. Da la impresión -por el paseo- que lo que se buscaba desde un primer momento era alejar de la vista lo que pudiera pasar con dichoso barco, como si la catástrofe ambiental que se avecinaba se pudiese ocultar mar adentro. Algún iluminado debió pensar que las 1.400 toneladas de fuel podrían permanecer en el interior de los tanques a 2.500 metros de profundidad y soportando una presión de 250 atmósferas. Majaderías de un desatino.

Ahora viene la Ministra, así como sus inoperantes y escasos medios anti-contaminación en mar abierto ante un vertido de esta envergadura con un costoso robot submarino que pagaremos los ciudadanos a escote para ver lo que pasa a 2.500 metros de profundidad. Yo se lo digo sin robot ni nada Sra. Ministra; que un incendio -siempre es difícil de controlar-, lo es mucho más mar adentro; que un derrame o todo lo que pueda acontecer con un buque cargado con 1.400 toneladas de fuel, siendo complicado, es mucho más fácil en puerto que mar adentro; y que a 250 atmósferas de presión que deben soportar a esa profundidad no hay tanque de combustible que lo resista. Lo que en principio se pudo y debió controlar en puerto, se saca a alta mar y ahora “le echamos un galgo” al descontrol de la contaminación y la catástrofe ecológica servida. La biodiversidad marina, el sector pesquero y el turístico se tornan en serio peligro por la majadería y el desatino de unos políticos que siguen tratando a Canarias como una colonia (por sus obras les conoceréis...); primero la estupidez de autorizar prospecciones en un territorio ultrasensible por su biodiversidad, así como su especial situación geográfica, económicas y sociales, en las que decían tener medios modernos para controlar un posible vertido -a la vista está la prueba- y que ahora podemos comprobar los límites de la necedad humana por la inacción en la prevención de los riesgos medioambientales.

Es evidente que el puerto de Las Palmas (uno de los primeros de España por volumen de mercancías) no tiene medios para contener un accidente de estas características o, en el peor de los casos, no se han sabido gestionar adecuadamente, de lo contrario no estaríamos hablando ahora de una catástrofe medioambiental de imprevisibles consecuencias.

La suerte” ha querido que el tiempo no haya virado al Sur, porque entonces estaríamos
hablando además de un caos total en el sector turístico y el desabastecimiento de agua potable para la población por la inoperancia de las potabilizadoras de agua de mar (60% en Gran Canaria y 100% en Lanzarote y Fuerteventura). Pero el tiempo puede cambiar y el desastre para los canarios está servido y no sabemos por cuanto tiempo. Ahora la amenaza se dirige peligrosamente -por el viento y las corrientes predominantes- a las costas de nuestros vecinos caboverdianos.

Si no estamos preparados para controlar un accidente marítimo en aguas portuarias, con una nefasta gestión del mismo, qué podemos esperar de un accidente marítimo en alta mar cuando regrese Repsol a por su “botín” y vuelva a intentar extraer el petróleo hallado en aguas canarias a la finalización de este “tiempo muerto” de año electoral. Esperemos que esto abra las mentes de algunos PPartidarios del PPetróleo en aguas canarias y sean conscientes del riesgo innecesario al que estamos sometidos. También para el señor Bravo de Laguna y su Grupo, ahora encabezando otros partidos de corte insularista y en la fogalera del pleito insular. Alguien tendría que recordar que este buen señor fue el único presidente Cabildicio que no mostró su rechazo a las aventuras petroleras de Soria; el mismo que ahora “lamenta” el accidente ocurrido.


Los desatinos con esta tierra canaria no tienen límites.


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