Debo
ser un marciano porque pienso por mi cuenta, porque soy un
inconformista, porque no soy borrego que discurre mansamente cual
manada ovina, porque persigo mil porqués y aun encontrando algunas
respuestas sigo dudando de las mismas. Debo ser un marciano porque no
me trago sin masticar las calumnias con disfraz de informaciones,
porque no admito las ruedas de molino con las que nos quieren hacer
comulgar. Debo ser un marciano porque me causa el mismo ardor de
estómago el político aprovechado, mentiroso y corrupto que el
paisano anónimo de la misma condición. Debo ser un marciano porque
detesto la mentira desde el mismo día en que nací, y a pesar de
ello he tenido y tengo que bregar cada día con múltiples mentirosos
en el terrero de la vida. Debo ser un marciano porque digo lo que
pienso en lugar de guardármelo para “la otra vida…”.
Lamento
anunciar a los que mi presencia moleste, a los que mis comentarios
detesten y a los que en definitiva su mediocridad no les dé para
otra cosa que aborrecer la mía, que esperen, que esperen sentados a
que cambie porque esto no ha hecho más que empezar.
Cansado
de ignorantes y celosos a perpetuidad, de pobres personas que no
avanzan en la vida sino agachando la testuz bajo el yugo de su amo. A
esas sabandijas que esperan agazapados en los recodos del camino, sin
dignidad para sacar adelante sus propias vidas les digo que dan pena,
que el tren de la vida pasa sólo una vez y hay que subirse ahora o
morirse en la estación de la indiferencia. Que pueden vivir
escondidos en sus corazas babeantes o sacar los cuernos al sol y
vivir expectantes.
Para
los ignorantes petulantes que no entienden que ser uno mismo
significa desnudarse al mundo y mostrarse tal y como es, mostrar lo
que sabemos e ignoramos, con humildad para lo primero y con
curiosidad para lo segundo, decirles que mañana es tarde. Que hoy es
el mañana de ayer y el ayer de mañana… Que es mucho más lo que
ignoramos que lo que sabemos, pero que sólo nos percatamos de ello
cuando apenas hemos iniciado la senda de la curiosidad, en la que
empezamos a ser plenamente conscientes de nuestra ignorancia.
Y
por último pedir RESPETO para los que soñamos despiertos con un
mundo mejor, para los que vivimos haciendo castillos en la aire -como
Alberto Cortez- y que sólo de vez en cuando nos asomamos a este
mundo con curiosidad...
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