La
expresión “piensa en lo global y trabaja en lo local” viene
siendo utilizada en contextos muy variados, desde la política a la
planificación urbanística y el medio ambiente. Esto viene a
significar -resumidamente- que aunque es preciso tener una mirada y
configuración global del mundo, a la hora de trabajar debemos
centrarnos en lo local, lo cercano, ya que de otra forma sería
inabordable la tarea de mejorar nuestro planeta para convertirlo en
un lugar más agradable.
Sigo
viendo en mi tierra canaria muchas cosas por mejorar. Me sorprende la
capacidad de trabajo de algunos políticos (que son la excepción),
mientras que a otros se les ve discurrir en la vida sin otra
preocupación que mejorar su propia imagen, su estatus social y el
“permanecer”. Muchos son los que pierden una oportunidad de oro
de pasar a la historia por su buen hacer. Una legislatura se me
antoja demasiado corta para alguien comprometido con su pueblo y que
aspira sinceramente a mejorar la vida de sus conciudadanos.
Demasiadas cosas por hacer si hubiese sincera voluntad de trabajo. Me
sorprende ver fotografías de actos y actuaciones municipales en las
que no aparece ningún político, aunque es de suponer que detrás de
cada iniciativa hay una o varias cabezas pensantes y un responsable
político último que fomenta y favorece el trabajo de los técnicos.
Sin embargo observo a otros que aparecen en todas las fotos, por
insignificante que sea el acto, más preocupados de su imagen y su
promoción personal que de realizar un buen trabajo de servicio
público. La mejor publicidad, incluso para el que aspire a altas
cotas de responsabilidad, siempre ha sido el boca a boca y el trabajo
bien hecho.
Sigue
pendiente una política integral de residuos, con una adecuada
redistribución de puntos de recogida y tratamiento. Una puesta en
valor del recurso que para muchos sigue siendo “un problema”. Es
importante seguir concienciando a la población sobre la importancia
del reciclaje. Siempre habrá ciudadanos incívicos que hay que
controlar y llegado el caso sancionar, pero que no sea por la falta
de una eficaz y concienzuda política de formación e información,
sobre la forma y manera de hacerlo, así como la de la utilización
del Punto Limpio para deshacerse de los enseres que no puedan ser
retirados por el servicio habitual de recogida, así como la
información precisa, sencilla y clara de los servicios municipales
destinados a tal fin.
Se
siguen echando en falta zonas verdes y parques infantiles, pequeños
rincones en los que poder cobijarse los mayores y disfrutar los
niños, así como arbolado que “endulce” la dureza del cemento.
Queda pendiente la construcción de carriles bici y senderos
peatonales por los que practicar deporte y trasladarse sin necesidad
del vehículo motorizado, a la vez que conecta barrios y pueblos.
Sigue pendiente una política integral de promoción del transporte
público que desincentive el uso del vehículo particular.
Se
echa de menos el remozado y adecentamiento de los márgenes de
carreteras y caminos que conducen a pueblos y barrios. Falta una
apuesta decidida por el embellecimiento de éstos, eliminando el
cableado aéreo, que tanto afea calles y fachadas, procediendo a un
plan de soterramiento generalizado. Sigue faltando una política
urbanística definida, que dé a los pueblos y barrios su propia
personalidad. Sobran calles y caminos despersonalizados y tristes.
Sólo hace falta un poco de buen gusto, escuchar a los técnicos y
ganas de trabajar por mejorar lo existente.
Sigue
pendiente una óptima separación de las canalizaciones de aguas
pluviales de la de saneamiento, evitando así la saturación e
inutilización de las plantas depuradoras con motivo de fuertes
lluvias.
Sigue
cojeando el tratamiento respetuoso y mimetizador de las obras
públicas o privadas con el entorno.
Se
añora una política de impulso local de negocios y comercios
alejadas del ombliguismo municipal. No es posible actuaciones a
espaldas y descoordinadas del pequeño negocio que supuestamente
trata de favorecer. Lo que no funciona habrá que cambiarlo,
empecinarse en las mismas actuaciones aunque fueran fallidas en el
pasado no conseguirá la mejoría por agotamiento, todo lo contrario.
Estar
esperando que las inversiones caigan del cielo no es productivo ni
provechoso. Busquemos las inversiones y financiación de proyectos
que mejoren la vida de los vecinos y la economía del municipio.
Trabajemos por la mejora y aprovechamiento del funcionamiento de los
servicios públicos. Clama al cielo la falta de iniciativa municipal
en el aprovechamiento de los recursos renovables, siendo de sobra
conocida la abultada factura energética de los Ayuntamientos. Se
echa en falta un más que necesario plan energético municipal.
Sigue
pendiente la adecuación del Impuesto de Bienes Inmuebles a la
valoración real del mercado o una explicación pública y detallada
del destino final del excedente por este concepto. Quizás si se
explica no cause tanto rechazo su falta de regulación, que en
algunos municipios continúan en valores máximos de la pasada
burbuja inmobiliaria.
Hace
unos días me llegaba el “run run” (no sé si es cierto) de que
en algún municipio se está preparando el aterrizaje de una empresa
privada que se haga con los servicios de jardinería… De ser cierto
habría que cesar de forma fulminante -de poderse hacer- al Alcalde
de turno…
Esperemos
que no se confirme el majadero despropósito. Las privatizaciones,
aunque se diga que es para ahorrar (mentira cochina), es por
incapacidad o incompetencia, por las famosas puertas giratorias…, o
por otras causas que prefiero no mencionar pero que están en la
cabeza de todos… Nefastas experiencias tenemos ya en algunos
lugares de lo que ha significado la privatización de determinados
servicios para las arcas públicas.
Es
hora del empoderamiento de los canarios y de lo canario, puesto que
nadie vendrá de afuera a sacarnos las castañas del fuego. Es hora
de abandonar nuestra histórica indolencia y arremangarnos el calzón
de brega. Es hora de dejar de mirar a los celajes -aunque barrunte
tormenta- y ponernos a la tarea de resolver nuestro propio futuro.
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