Se les ve por los hospitales,
trayendo y llevando comidas, aseando enfermos y acudiendo los
primeros ante cualquier demanda de auxilio por parte de enfermos y
familiares. Aguantar a pacientes y familiares siempre con una sonrisa
y palabra amable, independientemente de su estado de ánimo o de las
duras y largas jornadas de trabajo.
Estoy
hablando de los auxiliares de enfermería, sin duda los responsables
-al margen de enfermeros y médicos- de la calidad de vida de los
enfermos durante su estancia en un centro hospitalario. Esta
profesión sanitaria es sin duda una de las más importantes, aunque
no siempre suficientemente valorada, durante la estancia de los
pacientes en hospitales y centros médicos. Ellos son los los
responsables de hacer más llevadero el duro trance de la
recuperación médica -o los momentos finales- durante la enfermedad
o el posoperatorio con ingreso hospitalario.
Desgraciadamente
sólo valoramos nuestra salud cuando la perdemos, y es precisamente
en ese momento cuando cobra gran valor esta profesión sanitaria. Los
que han pasado recientemente por el trance de un ingreso hospitalario
propio o de un familiar, conocen de verdad la importancia de estos
profesionales que se ocupan de nuestra alimentación, nuestro aseo o
ergonomía postural, para favorecer nuestra calidad de vida y
dignidad mientras recuperamos la salud.
Cuando
indagas un poco y conoces su precariedad laboral así como la
inestabilidad de sus contratos laborales, resulta aún más increíble
y digna de admiración la predisposición, buen talante y simpatía
con la que se entregan a los pacientes y aguantan reclamos de
familiares, no siempre amables.
Permítanme
que por esta vez rompa una lanza en favor de este colectivo (a veces
olvidado) al margen de enfermeros y médicos, imprescindibles en el
proceso de recuperación de nuestra salud cuando nos vemos obligados
a ingresar en un centro hospitalario. Recientemente lo he vivido muy
de cerca durante la enfermedad de mi padre, primero en un hospital
público y posteriormente en uno concertado. En ambos casos fueron
estos profesionales y las enfermeras los únicos que conseguían
dibujar una sonrisa en su cara cuando ya su vida se apagaba
irremediablemente.
Gracias
a tod@s por su labor y profesionalidad.
Gracias por el cariño mostrado que no hay dinero que lo pague.
Gracias por todo.
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