lunes, 9 de marzo de 2020

Las mujeres empoderadas no se someten, por Paco Vega

En un día tan señalado había que tirar la piedra y "enseñar" la mano.

Yo también soy contrario a la celebración del “día de...”, en el sentido de que las buenas intenciones y las justas reivindicaciones hay que mantenerlas a lo largo de todo el año. Sin embargo, respecto al DÍA DE LA MUJER, mantengo la necesidad de dar visibilidad a unas justas reivindicaciones que van más allá de lo cotidiano. Las grandes lagunas de desigualdad, aunque en los últimos años se hayan allanado tremendas injusticias, requieren de una visibilidad y un altavoz extraordinario, especialmente si tenemos en cuenta que las derechas extremas se han tirado al monte del negacionismo, obviando una realidad machista evidente, con la aquiescencia además de algunas mujeres.

Evidentemente soy hombre y feminista, en el más estricto sentido de la palabra según la definición de la RAE, es decir: defiendo el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. Los medios de comunicación y determinados partidos se han encargado de manipular y tergiversar el término de tal manera que incluso hay mujeres que niegan ser feministas. El mundo al revés… ¿Cómo puede una mujer negar la igualdad entre hombres y mujeres? Pues eso, que la intoxicación de unos y la candidez de otr@s hacen que esto del feminismo se haya convertido en el argumento central del debate político, unos luchando por allanar desigualdades y otros por perpetuarlas.

No puedo alejar de mi cabeza mil razones por las que el feminismo debe estar en el centro del debate: La brecha salarial, la discriminación en las contrataciones, el techo de cristal, etc., son sólo algunas de las más conocidas. Pero también el machismo inyectado en vena que observamos cada día en los comportamientos de determinados hombres, incluso en las nuevas generaciones, que siguen entendiendo que el hombre es dueño y señor para hacer de su capa un sayo, mientras que la mujer debe estar subordinada a la aprobación del macho en todo momento. Y lo preocupante en muchos casos no es solamente el comportamiento del hombre, sino de muchas mujeres que asumen ese papel secundario con una naturalidad triste y preocupante. Por tal motivo SI, faltan muchos días de la mujer, de reivindicaciones y de protestas, por estrambóticos que puedan resultar algunos eslóganes. La cuestión es el fondo del asunto, llamando la atención sobre lo injusto de determinadas situaciones que a día de hoy se siguen produciendo.

No puedo dejarme en el tintero una última crítica a determinadas mujeres que no ven más allá de sus narices. Algunas que han triunfado en la vida, que han alcanzado determinados puestos de responsabilidad, o simplemente que por suerte no han sido víctimas de discriminación, maltrato o exclusión social, creen que no les va a pasar nunca y son incapaces de empatizar con sus semejantes. Una situación personal ajena a estas situaciones de conflicto no puede cerrarnos los ojos ante una realidad que sufren hermanas, hijas, madres, sobrinas, amigas o vecinas. Por eso es tan importante erradicar estas injusticias, vengan de donde vengan, especialmente si oprimen a la mujer.

Es evidente que, ni todos los hombres somos malos ni todas las mujeres buenas, pero es realmente triste ver a mujeres, aparentemente independientes, portar el yugo de la sumisión creyendo que es amor, convencidas de que “esto es lo que hay”…




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