Con
cierta frecuencia uno comprueba con desaliento que algunos, más que
foco tienen un quinqué de petróleo para alumbrar sus políticas
insulares y municipales, porque no ven más allá de sus pasos. Eso
siendo bien pensado, porque lo que me induce a pensar de gente
supuestamente inteligente y bien preparada es que, o hay mala fe, o
tienen el foco puesto en otros intereses que no son el interés
general de sus conciudadanos. Pero aún en este último caso, un
mínimo de inteligencia apuntaría al menos a “disimular” ante
su pueblo para poder mantenerse en “el machito”, cosa que no se
vislumbra en algunas corporaciones.
Esto
viene al hilo de actuaciones municipales e insulares que se han
realizado en los últimos años en materia de zonas verdes y
ajardinamiento, en los que después de realizada la actuación, con
la subvención de turno y con el empleo del personal correspondiente,
ya sea con la fórmula de escuelas taller o con el contrato de
desempleados (todas ellas loables), nos encontramos con el abandono
de esas mismas actuaciones. Me duele los ojos ver mangueras de
riego -que costaron un dinero- abandonadas en lugares en los que
algún día hubo un jardín o zona verde, de ver hierbajos del tamaño
de una persona en jardines o parterres en los que no hace mucho se
emplearon trabajadores en formato de escuelas taller -con dinero
público- para acondicionar y adecentar el lugar, pero que luego por
falta de un mantenimiento adecuado o simplemente de riego pasan a
mejor vida y a un estado más triste si cabe por el propio abandono.
Señores
políticos presentes y futuros: cuando se realiza una actuación con
dinero público que se supone debe ser de utilidad pública,
beneficiando a los trabajadores que participan en ella y
fundamentalmente a la ciudadanía en general que a partir de ese
momento pasan a disfrutar de la citada actuación, hay que prever su
mantenimiento y conservación, de lo contrario SE ESTÁ TIRANDO EL
DINERO de todos los ciudadanos.
Igualmente,
cuando se hace un desembolso económico importante para la
instalación de una escultura en un lugar público, ya sea en una
plaza, parque o “rotonda”, hay que contar con la indeseable
variable del vandalismo ocasional, para restaurar la imagen o
escultura en cuestión -a la mayor brevedad- a su estado original, de
lo contrario lo que tenemos es un carnaval permanente en nuestros
monumentos más representativos, que por otra parte no abundan.
No
creo que esté pidiendo la luna por exigir que, ninguna actuación
pública del tipo que sea se pierda por el abandono institucional;
porque la pérdida será doble, la del dinero invertido en la
actuación, y la pérdida de ese espacio ganado para el disfrute de
los ciudadanos.
Por
otra parte llama poderosamente la atención el “síndrome
arboricida” que ha invadido al norte de esta isla de Gran Canaria
en los últimos años, llevando a la casi total desaparición de los
numerosos ejemplares arbóreos que poblaban los márgenes de las
carreteras y otros lugares significativos. No sé a quien molestan. Desconozco si un virus anti-ecologista se ha instaurado en nuestras administraciones públicas...
Estimados
señores, las fotos, con el paso del tiempo ya nadie las ve (salvo el
propio interesado si las guarda en un álbum para recrearse), sin
embargo las obras públicas y el dinero bien aprovechado queda para
la posteridad y el disfrute de generaciones venideras. Incluso “sin
placa” todos sabrán de la buena ejecutoria del político de turno
que logró con su gestión las mejoras para su pueblo.
Abandonen
ustedes el quinqué y alumbren el camino y el futuro de mi tierra con
el potente foco de la transparencia y el máximo
aprovechamiento de los escasos recursos públicos.
Paco
Vega.-
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