miércoles, 17 de agosto de 2016

LA HIPOCRESÍA SOCIAL, UN HUESO DURO DE ROER; por Paco Vega.

Sorprendido que mi pueblo, el que me vio nacer, en el que crecí y maduré siga siendo hoy en día un pueblo atrasado. Si, atrasado e hipócrita. Veo gente buena de corazón que, con fe o sin ella se dedican a hacer el bien, que se conducen por la vida con espiritualidad y generosidad. Me atrevería a decir, ya que es evidente que estamos en un pueblo eminente católico -al menos de cara a la galería- que son personas que se conducen por la vida según las enseñanzas de Cristo. Pero también veo a personas que, aunque vayan a misa cada semana y no se pierdan una procesión, alojan un odio y rencor desmesurado en su interior, y que no dudan en mostrarlo a la primera contrariedad o ante la más mínima discrepancia. Son personas plenamente identificadas por el sabio refranero español con aquello de “a Dios rogando y con el mazo dando”. Me da muchísima pena de aquellos que presumen de fe pero no la practican.

Considero que la fe o el sentimiento religioso, del tipo que sea y respetable de cada persona, debe ser algo que se lleva en la más estricta intimidad -o no- y que no puede por tanto ser objeto de crítica por nadie que sea medianamente respetable. Es algo que corresponde a la intimidad más absoluta y va unido a la trayectoria vital de las personas, forjada también en las dudas o certezas de cada uno.

Compruebo sin embargo que en mi pueblo “se alardea” en ocasiones -por parte de algunas personas- de apasionamientos religiosos de forma exagerada y pública más allá de lo normal. Apasionamientos que no siempre se corresponden con una “vida ordenada” y un alejamiento de egoísmos, avaricias, críticas y envidias, supuestamente alejadas de la vida de un cristiano practicante. Compruebo ojiplático comportamientos públicos de políticos en este mismo sentido, es decir, cargos electos municipales que no abren la boca en toda la legislatura -en lo que a sus responsabilidades se refiere- y que luego no dudan en hacer exhibición pública en las redes sociales de su participación en diversos actos religiosos de toda índole. No es que yo censure estos comportamientos “líbreme Dios”, pero en ocasiones incluso pareciera que existe una competición soterrada por demostrar quien es más fervoroso o devoto de esta o aquella imagen religiosa.

lunes, 15 de agosto de 2016

LA PRIVATIZACIÓN DEL NORTE GRANCANARIO, por Paco Vega.

Primero privatizaron el agua de abasto, luego el servicio de recogida de basuras, hace poco el alumbrado público y ahora -parece ser- intentan a hacer lo propio con los Servicios Sociales Municipales. Es un proceso que parece imparable y ordenado por un “ente superior” en los Ayuntamientos del norte de Gran Canaria, y que ningún alcalde, independientemente de su signo político, sabe o puede resistirse. El caso es que la optimización de los recursos públicos y ahorros dinerarios que anunciaron a bombo y platillo para justificar las mencionadas privatizaciones se han dado de bruces con la realidad contable de cada Ayuntamiento y la realidad física de unos servicios deteriorados o minorados. Los agujeros negros en las economías locales dejados por la estela privatizadora se cuentan por millones de euros. No es la primera vez que lo denuncio.

El problema radica en que los vecinos nos hemos hecho cómplices por omisión, dejando la gestión de los recursos públicos a cualquiera que nos halague el oído en campaña electoral y confiamos… No fiscalizamos con atención lo que ocurre después de depositar el voto en la urna, lo que sucede en los Plenos municipales -muchas veces en la línea contraria a lo que prometieron- donde realmente se cuece el futuro del municipio y de donde salen las cuantiosas subidas de impuestos, que luego protestamos airados en la barra de bar o en la tienda de la esquina, pero que son única y exclusivamente consecuencia de nuestra dejadez y exceso de confianza.

domingo, 7 de agosto de 2016

ANÁLISIS POLÍTICO PARA TORPES, por Paco Vega.-

Hasta el momento en esta corta democracia española quien ganaba las elecciones tenía “la obligación” de formar gobierno. Para ello -cuando no disponía de mayoría absoluta- intentaba negociar acuerdos de investidura o gobierno (incluso hablando catalán en la intimidad). Pero era siempre “el ganador” el que debía tomar la iniciativa y “trabarjarse” los apoyos necesarios. En esta ocasión parece ser que las cosas han cambiado y deben ser los demás (los perdedores) los que tienen que “facilitar” el gobierno del ganador, sin que este último se despeine.

Así las cosas, tenemos a un PP ganador exigiendo a los demás el apoyo necesario para su investidura “por el bien de España”, mientras se relame ante la posibilidad de un más que probable tsunami abstencionista en unas hipotéticas próximas elecciones que le coloque al borde de la mayoría absoluta. Aquí debo explicar que, teniendo sobradamente contrastado el suelo fijo de voto que tiene el PP, es decir, los ciudadanos que pase lo que pase les van a votar, y que siempre votan, es de suponer que con una mayor abstención sacarían mayor número de escaños. Por otra parte, el PP está instalado en el “cuanto peor mejor”, y que ni la mayor corrupción de la historia de España -hoy presente en multitud de procesos judiciales en los que se encuentra incurso el propio partido-, ni el destrozo laboral que ha perpetrado contra la clase trabajadora, ni el educativo, ni el sanitario, ni el social le pasen factura electoral. Por lo que nos encontramos con un PP crecido ante la indolencia nacional de un pueblo que se traga todo lo que los grandes medios vomitan, sea verdad o mentira (lo han dicho en la tele, o en la radio, o en la prensa…). Ya no voy a entrar en la guerra informativa en la que los medios públicos (TVE y RNE) son utilizados como medios de propaganda del partido -incluidas tertulias televisivas sin contraste de opiniones, todos a una “como Fueteovejuna”-, ni en los medios privados que “bajo cheque” atacan y defienden -según la ocasión- cual “perros de prensa” del buen amo que los alimenta. La idiotez no tiene cura y el único remedio es la lectura, pero a pesar de la multitud de medios y facilidades para acceder a la información, a la buena información, la búsqueda de la verdad se hace cada vez más difícil, en la que algunos medios de comunicación -los mayoritarios especialmente- se han vuelto mercenarios del mejor postor. Dignidad, coherencia, profesionalidad? Eso qué es? El cuarto poder se deshace también...