martes, 27 de febrero de 2018

Mirando a los celajes, por Paco Vega

La expresión “piensa en lo global y trabaja en lo local” viene siendo utilizada en contextos muy variados, desde la política a la planificación urbanística y el medio ambiente. Esto viene a significar -resumidamente- que aunque es preciso tener una mirada y configuración global del mundo, a la hora de trabajar debemos centrarnos en lo local, lo cercano, ya que de otra forma sería inabordable la tarea de mejorar nuestro planeta para convertirlo en un lugar más agradable.

Sigo viendo en mi tierra canaria muchas cosas por mejorar. Me sorprende la capacidad de trabajo de algunos políticos (que son la excepción), mientras que a otros se les ve discurrir en la vida sin otra preocupación que mejorar su propia imagen, su estatus social y el “permanecer”. Muchos son los que pierden una oportunidad de oro de pasar a la historia por su buen hacer. Una legislatura se me antoja demasiado corta para alguien comprometido con su pueblo y que aspira sinceramente a mejorar la vida de sus conciudadanos. Demasiadas cosas por hacer si hubiese sincera voluntad de trabajo. Me sorprende ver fotografías de actos y actuaciones municipales en las que no aparece ningún político, aunque es de suponer que detrás de cada iniciativa hay una o varias cabezas pensantes y un responsable político último que fomenta y favorece el trabajo de los técnicos. Sin embargo observo a otros que aparecen en todas las fotos, por insignificante que sea el acto, más preocupados de su imagen y su promoción personal que de realizar un buen trabajo de servicio público. La mejor publicidad, incluso para el que aspire a altas cotas de responsabilidad, siempre ha sido el boca a boca y el trabajo bien hecho.

Sigue pendiente una política integral de residuos, con una adecuada redistribución de puntos de recogida y tratamiento. Una puesta en valor del recurso que para muchos sigue siendo “un problema”. Es importante seguir concienciando a la población sobre la importancia del reciclaje. Siempre habrá ciudadanos incívicos que hay que controlar y llegado el caso sancionar, pero que no sea por la falta de una eficaz y concienzuda política de formación e información, sobre la forma y manera de hacerlo, así como la de la utilización del Punto Limpio para deshacerse de los enseres que no puedan ser retirados por el servicio habitual de recogida, así como la información precisa, sencilla y clara de los servicios municipales destinados a tal fin.


Se siguen echando en falta zonas verdes y parques infantiles, pequeños rincones en los que poder cobijarse los mayores y disfrutar los niños, así como arbolado que “endulce” la dureza del cemento. Queda pendiente la construcción de carriles bici y senderos peatonales por los que practicar deporte y trasladarse sin necesidad del vehículo motorizado, a la vez que conecta barrios y pueblos. Sigue pendiente una política integral de promoción del transporte público que desincentive el uso del vehículo particular.

Se echa de menos el remozado y adecentamiento de los márgenes de carreteras y caminos que conducen a pueblos y barrios. Falta una apuesta decidida por el embellecimiento de éstos, eliminando el cableado aéreo, que tanto afea calles y fachadas, procediendo a un plan de soterramiento generalizado. Sigue faltando una política urbanística definida, que dé a los pueblos y barrios su propia personalidad. Sobran calles y caminos despersonalizados y tristes. Sólo hace falta un poco de buen gusto, escuchar a los técnicos y ganas de trabajar por mejorar lo existente.

Sigue pendiente una óptima separación de las canalizaciones de aguas pluviales de la de saneamiento, evitando así la saturación e inutilización de las plantas depuradoras con motivo de fuertes lluvias.

Sigue cojeando el tratamiento respetuoso y mimetizador de las obras públicas o privadas con el entorno.

Se añora una política de impulso local de negocios y comercios alejadas del ombliguismo municipal. No es posible actuaciones a espaldas y descoordinadas del pequeño negocio que supuestamente trata de favorecer. Lo que no funciona habrá que cambiarlo, empecinarse en las mismas actuaciones aunque fueran fallidas en el pasado no conseguirá la mejoría por agotamiento, todo lo contrario.
Estar esperando que las inversiones caigan del cielo no es productivo ni provechoso. Busquemos las inversiones y financiación de proyectos que mejoren la vida de los vecinos y la economía del municipio. Trabajemos por la mejora y aprovechamiento del funcionamiento de los servicios públicos. Clama al cielo la falta de iniciativa municipal en el aprovechamiento de los recursos renovables, siendo de sobra conocida la abultada factura energética de los Ayuntamientos. Se echa en falta un más que necesario plan energético municipal.

Sigue pendiente la adecuación del Impuesto de Bienes Inmuebles a la valoración real del mercado o una explicación pública y detallada del destino final del excedente por este concepto. Quizás si se explica no cause tanto rechazo su falta de regulación, que en algunos municipios continúan en valores máximos de la pasada burbuja inmobiliaria.

Hace unos días me llegaba el “run run” (no sé si es cierto) de que en algún municipio se está preparando el aterrizaje de una empresa privada que se haga con los servicios de jardinería… De ser cierto habría que cesar de forma fulminante -de poderse hacer- al Alcalde de turno…

Esperemos que no se confirme el majadero despropósito. Las privatizaciones, aunque se diga que es para ahorrar (mentira cochina), es por incapacidad o incompetencia, por las famosas puertas giratorias…, o por otras causas que prefiero no mencionar pero que están en la cabeza de todos… Nefastas experiencias tenemos ya en algunos lugares de lo que ha significado la privatización de determinados servicios para las arcas públicas.

Es hora del empoderamiento de los canarios y de lo canario, puesto que nadie vendrá de afuera a sacarnos las castañas del fuego. Es hora de abandonar nuestra histórica indolencia y arremangarnos el calzón de brega. Es hora de dejar de mirar a los celajes -aunque barrunte tormenta- y ponernos a la tarea de resolver nuestro propio futuro.




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