Que
la torpeza humana no tiene límites es de sobra conocido. La última
prueba de ello la tenemos en la decisión de la Junta Directiva de la
Unión Deportiva Las Palmas de prohibir la bandera canaria -la de las
siete estrellas verdes- en los partidos que el equipo celebra en el
recinto de Siete Palmas. Ellos se han disculpado diciendo que la
decisión “vino de arriba”, cualquiera sabe lo que significa
eso... De Dios (...), de un ministro, del presidente del club, o del
Delegado del Gobierno. Ya sabemos todos la obsesión de Soria (amigo
de Ramírez) con las banderas... Aún
estamos pagando los 360.000 euros que costó la bandera de la Avenida
Marítima, frente a la fuente luminosa.
En
cualquier caso, es más que evidente que “el iluminado” que
decidió tremenda majadería no estaba en sus cabales al prohibir una
bandera que nunca ha estado en discusión en esta tierra, a pesar de
que los acomplejados políticos de entonces decidieran cobardemente
optar por inventar una bandera nueva en lugar de tomar como enseña
la que todos los canarios sentíamos como propia, la de las siete
estrellas verdes. Todos, desde nuestra ya lejana infancia y juventud
hemos cantado alguna vez aquello de “me gusta mi bandera”, por lo
que venir ahora a remover esto es una provocación innecesaria a los
canarios. El propio Presidente
del Cabildo grancanario
ha tenido que salir en defensa de los aficionados y de un símbolo
histórico de los canarios. Una barbaridad que no podemos aceptar, ha
dicho Morales.