sábado, 26 de noviembre de 2016

No permitas el maltrato, por Paco Vega.

Cualquier mujer te dirá que nunca consentirían que un hombre les pusiera la mano encima, y si lo hicieran sería la última vez porque le dejarían de forma inmediata, al margen de la denuncia correspondiente. Sin embargo, los que hemos podido vivir de cerca el drama del maltrato sabemos que no es tan fácil discernir para una víctima de malos tratos. Una mujer enamorada, en ocasiones con hijos, atrapada en las garras de la madeja psicológica que el tirano va enredando en torno a ella a lo largo del tiempo no lo tiene tan fácil. Ahí está la clave del asunto, en la madeja del maltrato, de la humillación, del descrédito. A partir de ahí es muy difícil salir de ese círculo vicioso de agresión, arrepentimiento y perdón, y vuelta a empezar una y mil veces. La mujer con la autoestima bajo mínimos y psicológicamente hundida entra en un túnel de confusión sentimental del que es muy difícil salir sin ayuda externa.

En su entorno familiar, amigas y conocidos, que en los primeros conatos y agresiones acuden en su ayuda, posteriormente se vuelven reacios ante las sucesivas reconciliaciones de pareja que suelen encadenar este tipo de víctimas abrumadas y sometidas por la situación, por lo que finalmente acaban alejándose o desentendiéndose del problema. "La culpa es de ella que vuelve con él" "Ya no puedo ayudarle más" "Creo que es masoquista" son las frases más comunes que suelen escucharse en el entorno de la víctima. La vorágine de terror, enamoramiento, dependencia psicológica y confusión previo a todo maltrato físico es la responsable de que una mujer sometida por su pareja se muestre indefensa, incapaz de salir de ese círculo vicioso ni para pedir ayuda.