jueves, 17 de mayo de 2018

L'amor a Catalunya i els catalans, por Paco Vega

El amor que muchos españoles sienten por los catalanes podría definirse como “amor infantil”, ese que te tira del pelo o se mete contigo en el recreo del colegio porque no sabe cómo demostrarte que le gustas. Quiere llamar tu atención y no sabe cómo. Quiero pensar que esto es así porque de otra forma no se entiende tanto ataque desaforado a los catalanes como hemos visto en los medios en los últimos tiempos, en ocasiones rozando el odio. Desde aquel vergonzoso  “a por ellos”, pasando por los sucesivos desprecios e insultos durante todo este proceso de la pretendida “desconexión” las acciones no han sido nada propicias para el amor. De toda la vida, la táctica para  reconquistar a una pareja que se ha desenamorado y te quiere abandonar no es precisamente el insulto, el desprecio y el reproche. Lo normal es sentarse a hablar y plantearse una táctica de reconquista sutil, cariñosa y hasta sensual. Unas formas que están muy alejadas de los malos modos que hemos visto durante todo este proceso. Si pretendemos conservar a nuestro lado a una persona (o a un pueblo) no cabe otra táctica que el dialogo, la negociación y las buenas formas.

Las tácticas hasta ahora aplicadas –aplicación estricta de la ley, lo llaman- es evidente que no han funcionado, así que sería inteligente cambiar de estrategia si no queremos quedarnos sin “novia”, especialmente ahora que todos los ojos y oídos internacionales prestan atención a sus sollozos de desamor.

El primer error se cometió al recurrir el Estatuto catalán allá por el 2006, al que dejaron hecho unos zorros después de realizada la poda por el Tribunal Constitucional,  tanto al texto como a la dignidad de los catalanes. Desde entonces no ha parado de crecer el número de independentistas –entonces minoritario- hasta alcanzar casi el 50%. El posterior desarrollo de los acontecimientos no ha ayudado precisamente a aplacar las ansias y los ánimos independentistas, más bien al contrario. El mayor estímulo al independentismo catalán, aunque parezca una contradicción, ha venido siempre de la mano de la derecha española, cargada de prejuicios y falta de democracia.