Quedarse al pairo, en lenguaje marinero, es parar motores (o arriar escotas en los veleros),
dejando el barco a merced del mar y sus corrientes. Es una acción que sólo puede darse con el mar en calma (o en caso de avería). No es una situación que pueda alargarse por mucho tiempo, ya que además hay que estar atento a las corrientes y al resto de la navegación. En el mar siempre hay que estar atento, incluso cuando fondeamos (acción de fijar el barco al fondo mediante el ancla o cualquier otro objeto seguro).
En la vida también hay que estar atentos al acontecer político. Hay muchas personas que viven al pairo, es decir, que viven despreocupados de su presente y su futuro, pensando que hay un ente superior que nos protege, para señalar luego en todas direcciones a los supuestos culpables de su propia inacción cuando la corriente de la vida los lleva al marisco (rocas que emergen en aguas poco profundas con riesgo de colisión). Vivir única y exclusivamente pendientes de nuestro ombligo es otra forma de “vivir al pairo”, pensando que nada de lo que acontece a nuestro alrededor nos puede suceder a nosotros, por el simple hecho de que en ese preciso momento nos va relativamente bien. Vivir pensando en que todo es un mar en calma y que nada puede cambiar, o que éste no es susceptible de volverse peligroso en pocas horas, es de una ingenuidad que asusta.
Todos hemos vivido situaciones, más o menos cercanas, en las que un familiar o nosotros mismos -a pesar de gozar de buena salud aparente- sufrimos un accidente o diagnostican una enfermedad grave. Sólo entonces valoramos la importancia de una buena Sanidad Pública, poniendo todas nuestras esperanzas en la profesionalidad de los sanitarios, al tiempo que deseamos tengan los medios suficientes para salvar nuestra vida o la del familiar. Sólo en esas circunstancias somos plenamente conscientes de lo que nos jugamos, de lo realmente importante. Luego, al tiempo, cuando pasa el susto, muchos se olvidan y vuelven a ponerse “al pairo”, pensando que ha sido fruto de la suerte o de Dios, sin ser plenamente conscientes de que con su indolencia y despreocupación consienten que la Sanidad esté cada vez más precarizada por la excesiva injerencia de los grandes capitales en el sector, para que nuestros políticos sean cada vez más permisivos con la privatización de la Sanidad. La Sanidad es un derecho, no un negocio, por lo que debemos estar atentos a los políticos o partidos que, son propensos a ceder a las presiones de los grandes poderes económicos para “ROBARNOS” una sanidad digna y bien dotada. Es obligación de todos.
Parece que fue ayer cuando una pandemia mundial nos confinó. Algo que a ninguno se nos pasó por la cabeza. Entonces si salíamos a los balcones a aplaudir a nuestros sanitarios pero, QUE PRONTO NOS HEMOS OLVIDADO. Los buitres capitalistas han “olido a sangre” y han vuelto a poner sus garras en la Sanidad y continúan los procesos privatizadores, conscientes de que sólo las clases trabajadoras serían las víctimas en caso de repetirse otra tragedia sanitaria o cualquier revés de la salud como el citado anteriormente.
También los Servicios Sociales vienen siendo objeto de sus deseos depredadores. Gobiernos autonómicos, insulares y municipales vienen cediendo, desde hace tiempo, al chantaje privatizador de este sector, a pesar de que todos pudimos conocer el abandono que sufrieron nuestros mayores más precarios en residencias durante la citada pandemia.
Lo mismo sucede con La Educación Pública en Canaarias, a pesar de las cifras y los datos que nos sitúan, desde hace años, a la cabeza de todo lo malo y a la cola de todo lo bueno.
Vivir al pairo nos acarrea muy serios problemas, para nosotros y para los nuestros.
Pongamos pues rumbo a puerto seguro, protegiendo nuestros derechos, antes de que se desate el temporal.
Observar las tormentas que se desatan en otros lugares del mundo puede ser sin duda un “AVISO PARA NAVEGANTES”.
Estén atentos. Los piratas no descansan ni en Navidad.
👂🏻VIVIR al pairo👂🏻