domingo, 9 de febrero de 2020

Fidelidad perruna, por Paco Vega.

No hay nadie más fiel y noble que un perro con su amigo (me niego a llamarlo amo). Tengo al mío malito desde hace algún tiempo y noto que está cambiado. Está más “tranquilo” -quiero pensar que por la edad- siempre buscando el contacto físico. Si estoy en la mesa se sienta a sobre mis pies o con su cabeza entre mis piernas. Yo a veces, en mis diatribas, no me percato ni de su presencia, pero él no pierde detalle de mis movimientos por toda la casa o mis palabras. Si voy al baño me espera en la puerta, pase lo que pase y esté quien esté en la casa. Si voy a dormir se acuesta en su cama, siempre por mi lado. Si voy a la azotea siempre me acompaña. Y por supuesto si salgo a la calle tampoco pierde la oportunidad de acompañarme, aunque sea a tirar la basura. Él aprovecha, siempre que puede, para darse lo que yo llamo “un chupito de calle”…
Hoy lo llevé otra vez a la veterinaria y temblaba al ponerlo sobre la mesa de observación (como siempre) y volvió a meter su cabeza entre mi brazo y mi cuerpo, como buscando protección (como siempre). Se portó muy bien, aunque no perdía de vista la puerta por la que salir corriendo en cuando yo aflojase un poco la correa…
No tiene nada grave, pero me preocupo por él como él se preocupa por mí. Seguiré al pie de la letra los consejos veterinarios.

No sé qué haré cuando me falte… Supongo que llorarlo como he visto a tantas personas llorar por sus animalitos, sus amigos más fieles y nobles. Sentimientos que están sólo al alcance de las personas más sensibles, los que son capaces de adivinar el estado de ánimo de su amigo de cuatro patas con solo una mirada, porque a la inversa está garantizado. Ellos saben cuando estás alegre, y se alegran contigo. Saben cuando estás triste, y se acercan a consolarte con dos lametones.
Ellos son las mejores personas que conozco…

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