jueves, 26 de noviembre de 2020

Ismael Pérez: “Es mucho más fácil evaluar un moratón que una secuela psicológica de años”

Ismael Pérez: “Es mucho más fácil evaluar un moratón que una secuela psicológica de años”


Ismael Pérez, psicólogo forense, ve “complicado” el diagnóstico de un
daño psicológico | Alrededor del 40% de las sentencias conllevan el sobreseimiento por falta de pruebas

 

La psicología forense se ocupa de evaluar la magnitud de la lesión psicológica en la víctima en cualquier tipo de delito. El caso concreto de la violencia de género o contra grupos vulnerables (niños, adolescentes, personas discapacitadas...) es la especialidad del psicólogo jurídico y forense tinerfeño Ismael Pérez. Él es uno de los tres miembros, elegidos por votación en todo el territorio nacional, de la División PSIJUR, encuadrada en el Consejo General de la Psicología de España. En una conferencia online, desarrollada ayer con motivo del Día Mundial contra la violencia de género, concluye que “alrededor del 40% de las denuncias en este ámbito termina con el sobreseimiento de la causa”. Ahonda en la idea de que “ es mucho más fácil evaluar un moratón, un cardenal como decimos los canarios, que una secuela psicológica durante años”.

En el transcurso de la charla, Pérez desglosa parte de su tesis doctoral con alguna revelaciones como que “sólo el 20% de las denuncias conllevan prueba pericial sobre testimonio y secuelas” o que “en un estudio sobre 600 sentencias, en el 42% de los casos en que se enjuiciaba sobre violencia psicológica no había prueba documental o pericial”. De eso precisamente, de encontrar o de descartar esas pruebas, se ocupan los profesionales como Pérez.

La evaluación del daño psicológico en cuanto a la violencia de género, como prueba judicial del suceso traumático, conlleva inexcusablemente el diagnóstico del Trastorno de Estrés Postraumático (TEP), según apunta Pérez en su planteamiento.

“Corroboraciones”. El testimonio de la o la denunciante debe estar rodeado de ciertas “corroboraciones periféricas” que corresponde establecer al psicólogo. La evaluación forense tendrá que partir inevitablemente de la presunción de inocencia y en base a ella comprobar factores como la posible simulación. Y a la hora de la evaluación del daño psicológico, los instrumentos clínicos de medida tradicionales, al igual que las entrevistas clínicas, “no disponen de mecanismos de control de la simulación e, incluso, la facilitan”, apostilla Pérez.

Tres son los pasos fundamentales para una buena evaluación psicológica en este ámbito: en primer lugar, la aproximación multimétodo que deriva en una tarea de conocimiento, a través de la entrevista clínico-forense y de el reconocimiento con pruebas psicométricas. Una entrevista clínico-forense válida debe implicar una serie de conocimientos que permite realizar una relación causa-efecto y un diagnóstico diferencial de simulación. La entrevista médica tradicional, interrogativa y psicométrica, “no es efectiva pues no permite establecer relación causa-efecto”, apunta Pérez.

Tres son los pasos fundamentales en la entrevista clínico-forense: presentación; es decir, pedir a las evaluadas que relaten en qué ha cambiado su vida desde que presentó la denuncia o el cese de la convivencia hasta ahora: síntomas, conductas y pensamientos que tienen ahora a través de la memoria narrativa sensorial y, por último, la restauración de contextos; o sea, que si lo sujetos no responden de motu propio será requerido igualmente que conformen su estructura sobre sus relaciones familiares, sociales y laborales. Pérez explica los pasos en la entrevista clínico-forense.

En cuanto a losa testimonios, Pérez deja claro que “los honestos llegan a contener hasta un 20% de información inexacta”. Además, el psicólogo se pregunta si lo acontecido supera la capacidad de memoria y si el recuerdo “contiene los elementos esenciales del hecho a dilucidar”.

Diez fases. La estrategia para conseguir los datos sobre el daño primario y los testimonios tienen diez fases. Entre ellas la obtención de la declaración de la víctima por el método de la técnica clínico-forense o la repetición de la intención de esa declaración (consistencia, segunda hipótesis). Asimismo, el contraste de las declaraciones hechas a lo largo del procedimiento junto al contexto y los posibles motivos e intereses; el análisis del contenido de esas declaraciones (si la prueba es válida y suficiente se procede a ello; si no es así, se suspende el proceso); el análisis de la fiabilidad de las medidas; las consecuencia s clínicas del hecho traumático (TEP); la evaluación de la declaración de los actores implicados; el análisis de la personalidad de esos actores; las implicaciones para la presentación del informe; el estudio crítico y d elapersonalidad y el de las capacidades cognitivas-

La experiencia. Pérez explica desde su experiencia que “hay que saber evaluar el dalo psicológico pero también descartar la posible simulación que podría distorsionar un daño. Entiende el psicólogo forense que al juzgador hay que darle todos los datos científicos para que pueda resolver a favor de la víctima. Sin que pueda haber dudas respecto a la distorsión del daño recibido. Hay que dejar claro que ese daño producido es por esa causa y no por otra cosa. En este sentido, aclara el experto, “es mucho más sencillo evaluar un moratón puntual que un daño psicológico que deje secuelas durante años”. Para Ismael Pérez, “ese cardenal o morado está ahí, se quita en un tiempo que va de una semana a un mes, y desaparece pero el daño psicológico queda durante años”.

Rebaja de penas. El psicólogo confirma que en algunas ocasiones las penas se rebajan por falta de pruebas concluyentes. Ocurre en casos tan flagrantes como las agresiones de un pariente a una niña pequeña. Pérez es concluyente: “Si no se concreta la prueba del delito, no hay víctima y si no hay víctima no hay maltrato psicológico”. Añade: “Habrán otras cosas, pero no maltrato psicológico”. Ismael Pérez subraya que “la violencia contra la mujer y los grupos vulnerables de la sociedad no deja huellas”. El maltratador, explica, “utiliza muchas herramientas para reducir a la persona maltratada. Desde su desaparición social al desprecio de su personalidad. Con frases tan duras como “no eres nada si mí”; “nadie te quiere” o “eres una mala madre”. Se destruye de esta manera su capacidad de autonomía. Desde el momento en el cual se controla todo su entorno: del dinero a su vida social. Pero, como asegura, Ismael Pérez, “probar esto no es nada sencillo. Para nosotros supone muchas veces un camino complicado en el cual se juntan desde el autoritarismo a la anulación de la personalidad de la propia víctima. Quien debe probarlo “no lo tiene tan fácil como piensa a priori la mayoría de la sociedad”.

Del fórum latino al forense

La palabra forense tiene su origen en la latina fórum, el espacio público en el que se celebraban los juicios públicos en la época de los romanos. La psicología forense se aplica en los procesos judiciales para aportar conocimientos sobre el comportamiento humano que ayuden a resolver los casos. Un psicólogo forense puede actuar de varias formas en un procedimiento judicial. Por ejemplo, como testigo experto ante un tribunal de familia. Ahí realizará evaluaciones relativas a los hijos para temas relacionados con la custodia, evaluaciones de abuso infantil, de asuntos de patria potestad etcétera. Como experto ante un tribunal civil puede actuar en casos de acoso sexual, discriminación, lesiones y demás. Y ante un tribunal penal puede realizar informes sobre libertad condicional, credibilidad de testigos, evaluación de delincuentes o de capacidad. La función básica es determinar si un acusado, denunciante o testigo actúa en pleno uso de sus facultades. Debe, además, ser capaz de testificar sobre sus propios informes y evaluaciones.

https://www.eldia.es/sociedad/2020/11/25/ismael-perez-facil-evaluar-moraton-25566843.html?fbclid=IwAR1PzCcuwHICiZpvy2-oaCxIWdLC1yi-BShH7eRRcj-FYN12g2lRjnsuRjI


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