*Colaboración escrita en el libro, ”Señales del alba” (2022), de Francisco González Tejera.
Recibir la llamada de Pako González invitándome a participar, a través de esta pequeña reseña en su nuevo libro (el quinto), fue toda una sorpresa. Prestar mi humilde colaboración en uno de estos homenajes de memoria histórica, del que seguro está siendo y será uno de los mayores documentalistas de la guerra civil española y su especial represión en Canarias, es todo un honor.
Es de quitarse el sombrero el que haya personas valientes como él, que lleve tantos años dedicados en cuerpo y alma a recuperar la memoria de los canarios desaparecidos en pozos, fosas, agujeros volcánicos y el mar de toda Canarias, con el único fin de devolverles su dignidad, a pesar de que las autoridades pasadas y presentes -de todas las Administraciones- se nieguen a facilitar la recuperación de sus cuerpos. Contrasta especialmente esta actitud negacionista de las autoridades canarias -salvo contadas excepciones- con lo acontecido en muchos lugares del territorio peninsular, en los que las autoridades locales se han volcado de forma respetuosa con la memoria y recuperación de las víctimas desaparecidas por la citada barbarie fascista. Crímenes todos ellos a los que les une la impunidad (hasta hoy), y a cuyos cuerpos se les niega el digno y merecido homenaje y respeto, como a cualquier ser humano. En Canarias comenzó el criminal y lamentable levantamiento fascista del 36 y parece ser que muchos están dispuestos a que que sea precisamente este territorio el último en recuperar la dignidad democrática y la decencia por estos cuerpos desaparecidos bajo una impunidad vergonzante, que aún sigue vigente a día de hoy.
Comprobamos además que, con el peligroso crecimiento de la extrema derecha y su nefasto blanqueamiento informativo, la democracia se tambalea peligrosamente sin que seamos plenamente conscientes de ello, expuesta como está a los torticeros intereses fanático-económicos de los herederos de aquellos crímenes fascistas.
El conocimiento de gran parte de lo acontecido en Canarias durante la guerra civil, los cuarenta años de dictadura, así como otros tantos de olvido histórico respecto a miles de crímenes, ha sido reflejado hasta ahora con precisión en los libros de Pako González, los que desde mi humilde opinión deberían figurar en las estanterías y el temario obligatorio de todos los colegios e institutos de Canarias. Es de sobra conocido que estamos condenados a repetir la historia que no sé conoce, por lo que deberíamos hacer “vacuna literaria” y memoria de nuestra triste historia como pueblo.
La guerra civil y los años posteriores, encubiertos con un grueso manto de la represión, el miedo y el olvido, fueron un lastre demasiado pesado de soportar. Sin embargo llama la atención que a día de hoy, cuando todos nos llenamos la boca de “falsa democracia”, sigamos ignorando la recuperación de miles de canarios masacrados y desaparecidos, a pesar de conocer perfectamente su ubicación. ¿Qué impide a nuestras autoridades solucionar, de una vez por todas, esta crueldad sobrevenida con las víctimas de aquella masacre? ¿Por qué extraña razón no ha sufrido aún nuestra sociedad una imprescindible desinfección del fascismo? Esta puede ser quizás la razón por la que de cuando en cuando esta lacra vuelve a hacer su aparición -como ahora- disfrazada de patriotismo barato.
Canarias tiene una asignatura pendiente con su pasado, que no es otra que la localización, extracción y homenaje a todas las víctimas que aún permanecen desaparecidos en pozos, fosas y agujeros volcánicos. Únicamente a partir de ahí empezaremos a reparar -en parte- las heridas de tanta atrocidad cometida en esta tierra, en la que hay que recordar además que no hubo enfrentamiento bélico.