Días
atrás, con motivo de asistir al servicio de urgencias en un Centro
de Salud, me quedé “ojiplático” ante los comentarios del médico
de guardia que se lamentaba por el hecho de que la gente acudiese al
servicio de urgencias por una simple gripe o catarro, lo que
ocasionaba que se saturasen los servicios, retrasando así la
atención de los que realmente lo necesitaban. Un comentario que me
resultó quizás “algo ligero”, sobre todo teniendo en cuenta que
los ciudadanos de a pié no tenemos la capacidad de
auto-diagnosticarnos. Claro que al mismo tiempo me reconocía la
existencia de una mala planificación de las plantillas de médicos,
sustituciones por bajas, congresos, vacaciones, jubilaciones, etc.,
lo que a la larga venía a significar que cualquier persona con una
“patología menor” acabase en los servicios de urgencias debido a
que, en ocasiones, su medico de cabecera no pueda atenderle hasta una
semana más tarde de haber pedido la cita.
Este
eterno debate sobre la sanidad en Canarias y su mala gestión no es
nuevo, pero es evidente que nadie acude a un servicio de urgencias
-salvo que esté realmente mal- si su padecimiento puede ser atendido
por su médico de confianza el mismo día o al día siguiente, pero
si para ello hay que esperar una semana o más, quizás no pueda
aceptar el riesgo que esto conlleva y acabe finalmente en el Servicio
de Urgencias.