¿Por
qué no se explora la vía marítima? (caso
JUANA
RAMOS MEDINA)
No
se ha podido constatar que el hueso hallado corresponda a Juana
Ramos
Medina, uno de los casos con más resonancia en el norte
grancanario,
pero su descubrimiento ha evidenciado que esta franja
costera
no ha sido inspeccionada, a pesar de ser una zona muy
frecuentada
por el supuesto autor, por su afición a la pesca submarina.
El
mes de mayo del pasado año 2020, se tuvo conocimiento del hallazgo
de un hueso de unos treinta centímetros de largo, al parecer humano,
en una zona autorizada a la práctica de pesca submarina del
municipio de Guía, concretamente en la zona conocida como Paso Palo
de Santa Elena, próximo a La Atalaya.
En
días posteriores comparecieron en el lugar del hallazgo agentes del
Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil que
localizaron el hueso y enviaron para su posterior análisis.
En
aquel momento fue inevitable el recuerdo de Juana Ramos Medina por
los vecinos de la zona, desaparecida en agosto de 2016. La
desaparición forzada fue provocada -supuestamente- por su ex-pareja
sentimental, quien ingresó en prisión por ese motivo, pero que
actualmente se encuentra en libertad, a la espera de juicio. La
negativa del detenido a reconocer los hechos hace más acuciante que
nunca el hallazgo del cuerpo de la víctima.
La
investigación, desde hace cinco años, está en manos del Grupo de
Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Canarias, siendo la
Juez competente Dª María Auxiliadora Díaz, del Juzgado de
Violencia sobre la Mujer número 2, de Las Palmas de Gran Canaria.
Desde
entonces nada se ha sabido del caso. El rastreo de las zonas de pesca
submarina, que el presunto autor debe conocer a la perfección, que
se pensó sería inminente a raíz de ese hallazgo del hueso, no ha
sucedido y, MIGUEL ÁNGEL RAMOS QUESADA sigue disfrutando de libertad
e incluso se permite algún altercado con periodistas, llegando a
agredir a uno de ellos que le incomodan a las puertas de los
juzgados.
Repasando
las noticias del caso desde el momento de su desaparición, siempre
con gran despliegue de medios, se comprueba que sólo se ha rastreado
-para la localización del cuerpo- la zona próxima al lugar en el
que se perdió la señal de los móviles, en las inmediaciones de
Bañaderos. No así la zona contigua del municipio de Guía, cuya
costa está jalonada de cuevas submarinas, que no han sido objeto
de rastreo hasta la fecha y de las que el presunto homicida debía
ser perfecto conocedor por su afición a la pesca submarina. Esta
zona, en la que se ubican las citadas cuevas, está permitida la
práctica de la pesca submarina, concretamente desde Punta Guanarteme
hasta Puertito de Bañaderos. La zona en la que se agrupan la mayor
parte de las cuevas dista entre siete y trece kilómetros de la zona
en que se pierde la señal de los móviles (El Guincho de Arucas),
una distancia que se recorre en diez minutos en coche.
Una
de las notas, enviada a la desaparecida a modo de advertencia,
señalaba: "Te voy a decir lo que hice con mi alianza de
casado. Cuando vi que aquello no funcionó me la quité, la amarré a
un plomo grande y me fui de pesca submarina. Bajé unos cinco o seis
metros y la metí en una cueva bajo el mar que yo sólo sé dónde
está. Ahí se hundió mi matrimonio".
Este
texto, escrito por el presunto autor, refleja su querencia
por las cuevas submarinas,
lo que evidencia que ya le rondaba la idea por la cabeza. Quizás
esta
nota pudiera
tratarse de una
amenaza
velada
o advertencia
a la víctima sobre
su destino,
porque ni las alianzas flotan ni hace falta tanto protocolo para
deshacerte de una de ellas.
Sin
embargo hoy volvemos a despertarnos con la noticia del empecinamiento
de La
Policía
-y parece
ser la cuarta
y
última-
en seguir rastreando tierra adentro, cuando es de sobra conocida la
afición del supuesto autor a la pesca submarina y perfecto conocedor
de todas las
cuevas y rajones submarinos
de la zona.
La
policía tiene
conocimiento detallado (y por supuesto la Juez), del
número y
la
exacta ubicación de estas
cuevas, pero por razones que se escapan a toda lógica policial, se
siguen sin
inspeccionar.
A
lo que si hemos asistido es a un fastuoso
despliegue de medios de comunicación, con
conexiones en directo y
decenas de periodistas de prensa, radio y televisión durante
todo el día,
muy
alejado de la
discreción que suele acompañar al serio y concienzudo trabajo
policial. Sorprendente
si tenemos en cuenta además que una parte del caso ha sido declarada
secreta por la propia Juez.
Otra
cosa que llama poderosamente
la
atención es que, a pesar de que todo el trabajo se realiza en
demarcación de La Guardia Civil, no se haya pedido su
colaboración, cuando
son
los verdaderos
conocedores del terreno, además de contar
con los mejores especialistas en
actividades subacuáticas (los
GEAS de la Guardia Civil),
con
los que apenas se ha contó
al comienzo de la investigación en el rastreo de una estrecha franja
de litoral, una zona muy alejada del rosario de cuevas que ahora se
conoce. Esperamos y deseamos que los tan “famosos celos policiales”
no consigan enturbiar el fin último, que no es otro que la
localización de los restos de Juana Ramos Medina,
fundamental
para el
enjuiciamiento y condena
del autor de los hechos, y
para el descanso de la familia de la víctima.