A las buenas personas se les ve venir de lejos, son inconfundibles; al igual que a las malas personas, las interesadas, cargadas de odio, celos y de mentiras. L@s odiador@s nunca aportan nada bueno, por sentidos que puedan parecer sus argumentos en los diversos disfraces que adoptan para conseguir sus objetivos. Estas últimas son en realidad personas tremendamente egoístas que adoptan los discursos o silencios que más le convienen en cada momento. Se me ocurren muchos ejemplos de lo que digo en nuestro entorno cercano, pero seguro que también a una gran mayoría de los que me leen les ha venido a su mente muchos ejemplos de este tipo de personas, por lo que me puedo ahorrar dar más datos para señalar su mezquidad y pequeñez humana. Como dice el refrán “obras son amores y no buenas razones”.
Al resto sólo desearles que sean felices y que sigan adelante con sus vidas, haciéndose acompañar de las personas de buen corazón e ignorando a los mediocres, a los que nos vemos obligados a soportar como “daño colateral”...
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