El 15-M, también denominado “movimiento de los indignados”, fue una catarsis ciudadana conformada a raíz de la manifestación del 15 de mayo de 2011, donde después de que varias miles de personas decidieran acampar en plazas de diferentes ciudades de España, se produjeron una serie de protestas pacíficas que paralizaron el país con la intención de promover una democracia más participativa, alejada del bipartidismo PSOE-PP y del dominio de bancos y grandes corporaciones.
De ese germen nació Podemos como formación política, que tras presentarse a las elecciones europeas de 2014, cuatro meses después de conformarse políticamente, obtuvo cinco diputados en el Parlamento Europeo. Al año siguiente, en la primera ocasión que se presentaban a las Elecciones Generales obtuvieron 69 diputados. En ese momento “el establishment” entró en pánico y comenzaron los ataques al partido morado por tierra, mar y aire; el mediático, el judicial, el policial y por supuesto el político, que derivaron luego en numerosos procesos judiciales (todos ellos archivados posteriormente), con presencia masiva en medios y tertulias televisivas que hicieron mucho daño a Podemos -y siguen haciendo- convertidos en unos altavoces de manipulación política antes nunca vista. Hasta un juez tuvo que entrar en prisión en cumplimiento de una condena por delitos de prevaricación, cohecho, y falsedad en documento oficial. Delitos cometidos contra la también Magistrada Victoria Rosell, candidata por Podemos, para así impedir su concurrencia a las Elecciones. Así se las gastaba “su Señoría”. No son pocos los que tendrían que haber seguido el mismo camino, también policías y periodistas, además de expulsarles de sus carreras profesionales respectivas.
Paralelamente y para compensar la fuga de votos del PP por la brutal corrupción de entonces, los grandes poderes económicos alimentan el crecimiento artificial de Ciudadanos (un partido hasta entonces circunscrito al ámbito catalán y desconocido en el resto de España), así como a la extrema derecha de Vox (ya sin complejos), que se encargaría de aglutinar el voto más radical y fascista, frecuentemente abstencionista.
Durante todos estos años Podemos sufrió también ataques internos, que traicionaron a la formación en diferentes momentos, conformando partidos políticos que posteriormente dieron la espalda a cualquier pacto con los morados. Aún así y con todo en contra, llegaron al Gobierno de España con cinco Ministerios, incluida una Vicepresidencia, en un pacto de gobierno con el PSOE; que anteriormente se había negado a ello, llegando incluso a repetir elecciones por este motivo; alegando su presidente que “no podría dormir tranquilo con Podemos en el Gobierno”. Una frase para la historia política de este país. Con todo ello, los ministerios entregados a Podemos no fueron ni de lejos los más importantes, conocidos como “carteras de peso”, que se los reservaron los socialistas, sino otros de menor relevancia y que anteriormente ni siquiera tenían categoría de ministerio, sino Secretarías de Estado -como lo fue el Ministerio de Igualdad-; así como el Ministerio de Universidades, desgajado del de Ciencias e Innovación. La clave entonces era dejar reducida a la mínima expresión su porcentaje de participación, influencia y responsabilidad en el Gobierno, para lo que aumentaron a veintidós el número de ministerios. En todo caso el hito alcanzado por los morados fue histórico, puesto que era la primera vez en España que se conformaba un Gobierno de Coalición desde de la Segunda República.
Tampoco lo tuvieron fácil en el desempeño de su cometido ministerial puesto que, desde el minuto uno se les ninguneó y menospreció en el seno del Consejo de Ministros, dificultando sobremanera su trabajo. Los desprecios fueron continuos, con la única finalidad de que fuesen los de Podemos los que presentasen su renuncia, dejando así expedito el camino para gobernar en solitario o para un hipotético pacto con la derecha, al tiempo que culpabilizarían a los morados de “la ruptura”. Las patadas por debajo de la mesa eran diarias. Patadas que aguantaban los morados con inteligencia, conocedores de la estrategia del socio del puño y la rosa, que no dudaría en señalarles como culpables del desencuentro, en caso de llegar, con la ayuda inestimable de un ejército mediático que no paró de bombardear las posiciones moradas con todo tipo de críticas y bulos. La presencia de fascistas acosadores, berreando durante meses en torno a la casa de Iglesias y Montero (con niños pequeños en su interior), sin que el Ministerio del Interior tomase medidas en el asunto (como si no fuese con ellos), es una muestra más de lo que han tenido que soportar durante todo este tiempo.
Finalmente, la salida precipitada del Vicepresidente Iglesias, saturado probablemente de tanta belicosidad impune, propició el error de nombrar a Yolanda Díaz como sucesora, sin el respaldo de las bases. Comenzó entonces la deriva de la nueva Vicepresidenta y líder de este espacio político, primero con la conformación del nuevo partido SUMAR, sin primarias y sin respaldo militante alguno, y posteriormente orillando a Podemos con la misma táctica que había utilizado el PSOE dentro del Gobierno. Ignorarlos y despreciarlos hasta que finalmente aconteciese el buscado hartazgo de Podemos, como finalmente sucedió, para luego señalarlos como culpables de todo lo acontecido. Este movimiento al Grupo Mixto era previsible e imprescindible para no naufragar en la indolencia de la “izquierda silenciosa”.
La estrategia del establishment es volver al soñado bipartidismo que tanto benefició a los poderes económicos y a los grandes partidos. Con Ciudadanos finalmente reabsorbido por el PP y con Vox en horas bajas, ya sólo quedaba aniquilar a Podemos desde dentro, puesto que desde fuera no lo habían conseguido, aunque si maltratar lo suficiente para que, ahora SUMAR tomase las riendas de este maltrecho navío, reconduciéndolo “sin ruido” -aunque sin rumbo- a las aguas tranquilas del PSOE. Sumar acabará siendo engullido por el PSOE, como ya lo fueran en su día los López Garrido y Cristina Almeida, en tiempos de Izquierda Unida.
SUMAR se ha roto antes de iniciar su travesía, pero no PODEMOS, que bregado en mil batallas seguirán dando que hablar y que “sumar”. Lo veremos en las Europeas como primer asalto, reforzados además por artillería mediática seria, profesional y de primer nivel.
Para los morados será fundamental renovar la estructura interna después del temporal, reparar daños y limpiar sentinas. Sólo entonces habrá PODEMOS PARA RATO. Buena proa…
Un cordial saludo de este modesto observador político y escribidor de andar por casa.
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