La
vuelta a la obligatoriedad del Certificado de Residencia para los
canarios es otra vuelta de tuerca para dejarnos claro quiénes somos y
dónde estamos; nuestro estatus de colonia española. Será cuestión
de que nos lo vayamos creyendo y de paso empezar a cuestionarnos por
cuanto tiempo debemos seguir soportando esta situación.
Llama
la atención que estas medidas se retomen precisamente con un canario
sentado en el Consejo de Ministros. Igualmente desconcertante es su
empecinamiento con las prospecciones petrolíferas, a pesar de la
oposición de los canarios por el peligro que esto representa para
nuestro medio ambiente y nuestra principal industria (el turismo).
Pero él sigue erre que erre, se la trae al pairo -parafraseando el
lenguaje náutico muy de moda últimamente en el discurso político
del PP- los perjuicios que para el futuro de Canarias pueda acarrear
esta actividad.
Ya
es sorprendente, para los canarios que viajamos habitualmente a la
península, tener que pasar por controles aduaneros que ni siquiera
pasan los europeos. Que nuestros equipajes también tengan que pasar
por los espacios habilitados para extra-comunitarios, es decir, ni
siquiera nos consideran de la comunidad europea. Somos extranjeros a
todos los efectos. Y ahora para rematar la faena al Sr. Soria y a su
brillante gobierno no se le ocurre otra cosa que volver a exigirnos
el certificado de residencia para viajar, argumentando no sé qué
disculpa estúpida sobre un fraude en el descuento de residente.
Mejor se pusieran a perseguir a los grandes defraudadores y las
grandes fortunas, para los que precisamente decretaron una amnistía
fiscal nada más llegar al poder.
Ahora
que se aproxima un periodo electoral comienzan a replantearse la
medida nuevamente, a sabiendas del daño electoral que esto les va a causar en las islas, y ya hablan de volver a quitar la estupidez del
certificado. En la era de las tecnologías y la informática, en la
que con darle a un botón de ordenador averiguan hasta nuestra talla
de calzoncillos, nos imponen la exigencia de un papelito para
remarcar nuestra procedencia ultra-periférica, de ultramar, de
colonias... Es como cargarnos con una mochila de piedras (otra más),
para quitárnosla cuando se aproximan las citas electorales. Este
gobierno definitivamente nos toma por imbéciles, con la inestimable
colaboración y aquiescencia del señor Soria.
Con
estas torpes medidas nos siguen castigando, lo que no hace más que
acentuar y dejar en evidencia nuestro estatus colonial.
Entre
tanto tendremos que seguir rumiando nuestra rabia y viajando con el
dichoso certificado de residencia entre los dientes.
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