viernes, 8 de mayo de 2020

Un tipo grande, por Paco Vega

A primera hora de la noche llamó a la puerta de su vivienda en La Atalaya un agente de la Policía Local. El motivo no era otro que requerir su colaboración para intentar localizar a dos chicas que se habían perdido en una zona costera de muy difícil acceso, y que el ciudadano en cuestión, por su afición a la pesca submarina, conocía a la perfección. Parece ser que las chicas se fueron a dar un paseo por una zona próxima al Rio y Santa Elena -poco frecuentada- y que, al caer la noche, no pudieron regresar por lo abrupto del terreno. Esta persona no se lo pensó dos veces y se subió al coche del agente de forma inmediata, que le trasladó a la zona de búsqueda.

Al llegar al lugar se encontró con un despliegue de Guardia Civil y Bomberos de Arinaga -trasladados para la ocasión- además de la propia Policía Local y una ambulancia. La zona a batir se trataba de un terreno muy agreste, de numerosos acantilados y escasos caminos que, la oscuridad de la noche dificultaba enormemente, aumentando así el peligro, tanto para las chicas desaparecidas como para los propios rescatadores.

A partir de ese momento se conformó un equipo de rescate que unió la experiencia de los bomberos y policía en este tipo de rescates, con el amplio conocimiento de la zona del citado vecino de La Atalaya. Se pusieron en marcha grandes proyectores y linternas y se tiraron cuerdas y arneses de seguridad para minorar, en lo posible, el más que evidente riesgo de moverse en aquellos acantilados en la oscuridad de la noche.

Finalmente, gracias a las indicaciones del citado vecino y a la experiencia de los bomberos se consiguió localizar y rescatar, después de varias horas de intenso trabajo, a las chicas sanas y salvas.

Se da la circunstancia de que esa mañana también, el mismo vecino, había sido reclamado por otro cuerpo policial, en este caso los GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil), para la localización de diversas cuevas subacuáticas. Otra vez el amplio conocimiento de la zona fue valorada para ser requerido por los guardias civiles, a los que acompañó hasta el lugar, realizando varias inmersiones con ellos en la citada zona.

No parecen ser hechos aislados en la vida del citado colaborador de las Fuerzas Públicas, ya que también intervino -el pasado verano- mientras se encontraba pasando unos días de vacaciones en la Caldera de Taburiente (isla de La Palma), en el rescate de un grupo de adolescentes que, encontrándose de excursión en la mencionada caldera, sufrieron una indisposición colectiva que les impedía abandonar el lugar por su propio pie, lo que obligó a él y otro acompañante a auxiliarles para abandonar el lugar hasta un lugar seguro en el que los servicios sanitarios pudieron hacerse cargo de ellos.

Este altruista y polifacético vecino no es otro que de Juan Lázaro García Vega, de 57 años de edad y vecino de La Atalaya de Guía, que espero me disculpe el atrevimiento por hacer pública la información en este texto (a modo de pequeño homenaje). Juan Lázaro, o “Tato” como le conocemos en el barrio, además de GRANDE físicamente, lo es aún más como persona, ya que siempre está dispuesto a colaborar y echar una mano allí donde se le requiere, especialmente si es en ayuda a las personas.

Este año no ha sido precisamente un año fácil para él a nivel personal, por lo que esta entrega que viene mostrando hay que valorarla doblemente.

Juan Lázaro es UN TIPO GRANDE, por fuera y por dentro.


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