viernes, 14 de agosto de 2020

LA LUCHADA Paco Vega

 


Texto incorporado a la XVII edición de 100 escritos a Padrón. 100 AÑOS DE SU MIRADA. CASA-MUSEO ANTONIO PADRÓN. Centro de Arte Indigenista.  

Escritos a Padrón es una experiencia nacida en el 2003 que busca dejar patente la cercanía del pintor Antonio Padrón a la literatura. Para ello, y con motivo de la celebración del centenario de su nacimiento, buscamos al menos a 100 personas que, desde cualquier lugar del mundo, participen creando un poema o relato a partir de un cuadro suyo. Es muy fácil ¡Te contamos cómo hacerlo!

http://www.escritosapadron.com/tuescrito.php?fbclid=IwAR3E-bEVNRMCpjLEDWtSpizKZeGcCtr1XC_T6sHj4N_5gjguMQudinLRpko


LA LUCHADA 

Paco Vega 

El terrero a rebosar, con el público expectante y deseoso de disfrutar de buenas agarradas que ya se adivinan sobre la arena. Los luchadores ansiosos de emoción y combatividad, con los nervios a flor de piel. El cerebro a mil revoluciones y máxima concentración, con todas las terminaciones nerviosas activadas. El corazón bombeando sangre a plena potencia a las extremidades que se tensan por momentos. 

Hay de todo en el terrero de Canarias, hombres hercúleos con un imponente físico junto a hombres pequeños de tremenda inteligencia, fibrosos, ágiles y escurridizos. La inteligencia cinestésica se muestra en este deporte como en ningún otro, con una perfecta sincronización de cuerpo y mente para lograr el desempeño físico de manera altamente competitiva. 

Los hombres de pequeño peso o talla, habilidosos y elásticos en extremo, son el espectáculo preferido de los aficionados incondicionales a la lucha. Ver la agarrada de dos estilistas es el culmen de la perfección luchística, destacando sobremanera su flexibilidad, agilidad e inteligencia como en ningún otro deporte. Ir cayendo a manos del rival y voltear la situación con una torsión del tronco a apenas unos centímetros del suelo, consiguiendo llevar a tierra al contrario, es un espectáculo de habilidad como ningún otro, y que suelen aplaudir hasta los aficionados del equipo rival. La lucha es de los pocos deportes en los que el aficionado premia y aplaude la combatividad del contrario. Se premia la gesta, el pundonor, la habilidad y la destreza. 

La presencia en la arena de los luchadores hercúleos, con vigas de mármol por piernas y brazos, llena de emoción los terreros. Verles bregar a plena potencia es otro espectáculo en el que, si pudiera medirse la suma de fuerzas entre ambos colosos durante una agarrada, probablemente romperían todos los récords de potencia física. Esas pechadas llenas de energía y poder son adrenalina pura para los aficionados que, en sus asientos, hacen tanta o más fuerza que los puntales en el centro del terrero. 

La lucha canaria es un deporte de poder y potencia física, pero también de habilidad e inteligencia, de elasticidad y de pundonor que refleja como ningún otro la esencia aborigen que corre por las venas de estos gladiadores canarios, único pueblo nativo que habitó en la región macaronesia antes de la llegada de los europeos. Sangre de bimbaches, benahoaritas, gomeritas, guanches, canarios y majos, corren por las venas de estos guerreros de los terreros. Es justo hacer aquí y ahora una mención especial a “las guerreras de Canarias”, que con menos fama pero no con menos entrega y plasticidad, entregan lo mejor de si mismas en bellos espectáculos luchísticos sobre la arena de los terreros. 

La comarca natal de Antonio Padrón siempre fue seña de identidad aborigen, hundiendo sus raíces en la historia de Canarias, más allá de las cuevas, cenobios y otras huellas pretéritas. Él también quiso dejar constancia en su obra del noble deporte practicado por canarios de todas las épocas.


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