martes, 22 de junio de 2021

PONIENDO EN VALOR A LOS PROFESIONALES DE LA SANIDAD PÚBLICA, por Paco Vega

 

Hace unos cuatro años, por estas fechas aproximadamente, escribí un texto titulado La
importancia del buen médico”
, en el que hablaba de la trascendencia de los servicios médicos para la salud y la vida de las personas. Algo evidente de no ser por el deterioro paulatino de esos servicios en beneficio de las grandes corporaciones privadas. Todo ha venido discurriendo así, lenta e implacablemente, hasta que la gran pandemia nos cogió a todos desprevenidos y con el pie cambiado, haciéndonos ver la importancia de una sanidad pública potente para atender cualquier contingencia médica. Aún así es inevitable que los grandes capitales, ocultos tras la sanidad privada, sigan arrimando el ascua a su sardina económica. Hablaba en el citado texto de una acertadísima y profesional actuación del médico que atendió a mi padre en aquel momento, por un dolor de cabeza (aparentemente sin importancia), lo que motivó que se salvara su vida, puesto que lo que realmente sufría era un grave derrame cerebral. Gracias a aquella memorable actuación del personal sanitario del Centro de Salud de Guía pudimos disfrutar de mi padre durante unos cuantos años más, a pesar de su avanzada edad.


Hoy tengo que volver a agradecer a los profesionales de la Sanidad Pública -y al mismo Centro de Salud de Guía- el que una vez más haya salvado la vida a uno de los míos. Esta vez le ha tocado a mi hermano Cosme, que a sus 48 años ha sufrido un infarto, que de no haber mediado la profesionalidad, coordinación y diligencia de la Sanidad Pública, en este caso entre el Centro de Salud de Guía y el Servicio de Urgencias del Hospital Dr. Negrín, hoy estaríamos lamentando su pérdida u otras complicaciones de impredecibles consecuencias. Antes de salir del Centro de Salud de Guía los profesionales médicos ya estaban en perfecta coordinación con los médicos que debían atenderlo en el Hospital Dr. Negrín, por lo que nada más llegar, fue trasladado de la ambulancia al quirófano, en el que ya estaba todo preparado para la intervención proyectada. Mi hermano fue plenamente consciente e informado en todo momento de todo lo que sucedía, e incluso se permitió bromear con los sanitarios de la ambulancia a los que pidió que no se marcharan para llevarlo de vuelta… Esa tranquilidad sólo puede obtenerse en un entorno seguro, profesional y perfectamente programado que evidentemente en este caso consiguieron transmitir al paciente.


Sólo me resta dar las gracias a los sanitarios serios y comprometidos que, por encima de aplausos o la carencia de ellos, ejercen su función con dedicación y profesionalidad, muchas veces en precario, puesto que es la propia Administración la que con demasiada frecuencia deteriora sus empleos con contratos muy alejados de una estabilidad más que necesaria en este imprescindible SECTOR VITAL de nuestra sociedad.


Estas próximas navidades -si Dios, Alá o las constelaciones cósmicas quieren- volveremos a brindar por NUESTROS SERES QUERIDOS, por LA VIDA y por nuestros abnegados PROFESIONALES SANITARIOS.


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