viernes, 22 de julio de 2022

¿En qué se parece una cebolla al fascismo? Por Paco Vega.

 


Descubrir el corazón y la motivación del fascismo es como pelar una cebolla. Empiezas quitando las cáscaras más superficiales: las de la devoción por la bandera, el amor a la patria (el país del que se trate, ya que son todas iguales en ese sentido), la unidad; los adoradores del ejército y las fuerzas de seguridad; el odio al diferente o al que se sale de la norma más pretérita de la secta (si, he dicho secta). Al tiempo que vas pelando la cebolla se te van saltando las lágrimas, muchas veces porque te vas dando cuenta de la gran mentira a medida que te acercas al corazón. Porque esa es otra, la inmensa mayoría de seguidores de “la cebolla” no se percatan nunca del gran engaño, o lo hacen cuando ya es demasiado tarde, conformándose por el camino y entre lágrimas con los restos de las sucesivas cáscaras que se van extrayendo o con simples palmaditas en la espalda. Y así hasta llegar al corazón de la cebolla, EL DINERO, al que por supuesto nunca llegan los facha-pobres. Si, el dinero está siempre detrás de ese montón de cáscaras cuya única misión es entretener a la inmensa mayoría de seguidores de la secta. Los beneficiados del sistema SON CUATRO que, única y exclusivamente ambicionan el dinero, acaparando todas las formas posibles de riqueza. Para ello necesitan tener EL PODER y EL CONTROL de todo (por eso siempre necesitan estar a bien con los uniformados, aunque la mayor parte de las veces se vaya todo en palmaditas de falsedad). Lógicamente no pueden llevar su verdadera intención escrita en la frente, puesto que necesitan de todas esas cáscaras para esconder sus verdaderas intenciones, al tiempo que se hacen acompañar -inocentes o no- de los “adoradores de cáscaras”, que les ayudarán a conseguir el preciado tesoro.


Durante el transcurso de toda esta larga “operación culinaria” hay muchos que lloran con la citada cebolla, estando dentro o fuera del sistema; los que están fuera como víctimas y los de dentro al percatarse del cruel engaño. Finalmente son muy pocos los “seleccionados” que consiguen disfrutar del jugoso sabor del corazón de la cebolla.

Siempre habrá cáscaras que pelar para tener entretenidos a los más, persuadidos de que pertenecen a otra casta, mientras los menos disfrutan de las mieles del gran engaño. Son muchas las cebollas en juego para los menos y muchas más las cáscaras para entretener a los más (los fachi-pobres). Así funciona el fascismo. “Los pelacebollas” sólo son útiles para aplaudir y votar, si este último fuese el régimen de la ficción.

¿Acaso hay que explicar que las personas aman a otras personas, no a los trapos de colores?

¿Acaso hay que explicar que uno se siente querido en su país cuando tiene garantizado un salario digno, así como una sanidad y una educación públicas de calidad?

¿Acaso hay que explicar que el ejército y las fuerzas de seguridad están para procurar la seguridad de todos, no la de unos pocos comedores de corazones de cebollas?

En fin, séquense las lágrimas y contrasten las informaciones para que no terminemos llorando todos, pero no por las cebollas. Y ya saben, obras son amores y no buenas razones.



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