martes, 23 de abril de 2024

CANARIAS Y SU GENTE SE AMAN Y SE DEFIENDEN, por Xavier Aparici


 

Ayer volvió a celebrarse el Día mundial de La Tierra y dos días antes hubo manifestaciones en todas las islas del archipiélago con el lema Canarias tiene un límite.

El balance de este año sobre relación contemporánea de la humanidad con el planeta que nos sustenta es ya tan innegable como alarmante: llevamos tanto tiempo forzando los límites de La Tierra que las consecuencias que sufrimos ahora se acrecentarán a medio y largo plazo.

Solo el avance desbocado del Cambio Climático, uno de sus aspectos de mayor calado de la multicrisis a que estamos abocados, pone en riesgo las condiciones de supervivencia de la humanidad y de multitud entornos naturales y seres vivos, tal como han sido posibles hasta ahora.

De seguir con esta tendencia, en aspectos tan críticos como la estabilidad de la biosfera, el mantenimiento de la biodiversidad o la desestructuración y contaminación masiva de los ecosistemas, el punto de no retorno está cada vez más cerca. Por lo que la civilización en su conjunto está cuestionada ya que la responsabilidad directa de este desastre anunciado está en el modelo de gobernanza, de desarrollo económico y cultural vigentes.

Expertos del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático calculan que, incluso si las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyesen radicalmente a partir de hoy, la fuerte reducción de los ingresos mundiales será de alrededor de 35 billones de euros en los próximos 25 años.

Y, no obstante, aun sabiendo que los costes de no actuar superan en mucho los de hacer lo preciso para evitar el colapso, las élites de poder se niegan a actuar. Por ello, de no evitarlo, están aseguradas la mortalidad poblacional por catástrofes naturales cada vez más frecuentes e agudas, el desplazamiento masivo por la escasez hídrica y pérdida de suelo fértil y el deterioro creciente de los órdenes de gobierno y protección.

En Canarias, como en otros puntos calientes del planeta, ya lo estamos notando: pérdida acelerada de los recursos ecológicos y de las posibilidades endógenas de supervivencia, contumaz insistencia de los poderes fácticos en la explotación suicida de los entornos y de la población e inacción cómplice que la clase política.

Este es el momento de que la ciudadanía global nos pronunciemos por otra civilización posible que permita vivir en armonía con la naturaleza y en condiciones de dignidad y cuidado generalizadas. Es ahora cuando debemos erradicar la depredación y el lucro como motores de la economía y dejar de aceptar la precariedad y la exclusión en nuestras comunidades.

Ya toca acabar el tiempo de maltratándonos y de comprometer las condiciones de subsistencia de las generaciones venideras. Las manifestaciones llevadas a cabo el pasado sábado pueden ser, si nos aplicamos a ello, un buen principio para cambiar las cosas significativamente. Hay mucho y bueno por hacer y es lo mejor a lo que podemos dedicar nuestras vidas.

Porque, hay un gran consenso en ello, Canarias y su gente se aman y se defienden.

 

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