domingo, 15 de diciembre de 2024

La política opera de espaldas a los ciudadanos, por Paco Vega

 

La política se concibe como un medio de participación ciudadana, como una forma de regir los asuntos públicos y la disputa pacífica por el poder, y sirve para expresar las distintas voces de quienes participan en una sociedad.

Esto parece ser así al menos en teoría. Lamentablemente la triste realidad nos ofrece ejemplos de todo lo contrario, de políticas públicas que operan de espaldas al ciudadano y al interés público en general.

La democracia se ausenta incluso del seno de lo propios partidos. La realidad es que en muy pocos partidos rige la democracia interna. Los que llegan a puestos de responsabilidad o posiciones que ellos consideran de fuerza, intentan torcer el brazo al resto, forzando la expulsión o dimisión de unos, o generando divisiones internas que ellos consideran les puede favorecer. En ningún caso el interés del pueblo al que prometieron defender está en el centro de esos debates. Los políticos se suelen dividir en dos grupos: los más ambiciosos, que luchan y hacen “lo que sea menester” por su promoción personal; y los más conformistas, que sólo aspiran a conservar su estatus actual. De los casos citados hay otra derivada que, al mismo tiempo, aspira a enriquecerse de manera irregular, sin duda la más perniciosa.

Lógicamente sobra decir que no habría corrupción de no existir corruptores con mucho dinero y poder.

Con esos mimbres podemos observar la aplicación de la Ley con estricta rigurosidad sobre el ciudadano medio que se extralimita en cualquier acción, por leve que sea; mientras que los autores de auténticos desmanes legales, consiguen salir prácticamente impunes cuando se trata de determinadas élites de poder. La razón es simple; el ciudadano suele ir “a pecho descubierto”, sin conocimiento ni asesoría que le permita “esquivar” los obstáculos legales; mientras que las grandes corporaciones tienen amplios equipos de asesores legales, técnicos y económicos que le aconsejan sobre los atajos y los tiempos (nada menor en estos casos). Suelen además, en este último caso, apoyarse en grupos de poder económico que presionan a las administraciones para la consecución de sus objetivos. Y además, con sobrado dinero para abonar multas si fuera menester, en el peor de los casos.

En ocasiones, incluso observamos auténticos dispendios económicos por parte de determinadas administraciones, como por ejemplo inversiones públicas millonarias en bienes privados de interés privado, con elaboradas campañas de marketing y con el “disfraz de interés social”. Otras no tan graves económicamente, pero igualmente dañinas para las arcas públicas, como los generosos “regalos” en forma de actuaciones municipales a particulares (como el pintado de fachadas, arreglo de caminos, etc.), normalmente coincidentes con campañas electorales. Sin embargo, en otros casos, las solicitudes de ayuda municipal para acometer actuaciones de grave riesgo para la vida de las personas, que se escapan al poder adquisitivo de los vecinos, son desoídas, alegando pertenecer al ámbito privado, aunque sean carreteras de tránsito frecuente en peligro de derrumbe. La vara de medir nunca es la misma, imponiéndose entonces una extraña discrecionalidad.

Hace algunos años, ocho concretamente (hay que ver cómo se nos va el tiempo), escribía un artículo titulado La política en dos brochazos, en el que hablaba de las mentiras y los intereses podridos de políticos corruptos. De política he escrito mucho y no para bien. En alguna ocasión incluso he piropeado a algún político, creyendo entonces que era una “rara avis”, para acabar descubriendo decepcionado -tiempo después- que se trataba de un simple “cuervo común”…

Algunos toman el poder pregonando que quieren cambiar las cosas cuando en realidad se trata de un “quítate tu pa’ponerme yo” o de un simple trampolín político.

La mayor parte de los políticos siguen de espaldas a los ciudadanos y lo saben. Otros se aprovechan de la indignación de los desinformados para medrar con bulos.





jueves, 12 de diciembre de 2024

2024 12 10 La participación ciudadana, la gran asignatura pendiente, por...


Las Administraciones Públicas “juegan”, cada cierto tiempo, a dar voz a los vecinos y sus problemas. Lo llaman “Participación Ciudadana”, incluso hay legislación sobre el particular. La intención en principio es buena, de no ser porque siempre se queda en eso, en la intención. Los que toman las riendas de un municipio, cabildo o Comunidad Autónoma, lo hacen con frecuencia de espaldas a los problemas de los ciudadanos, aunque éstos lleven años “bramando” en los medios de comunicación, redes sociales y en el Registro Oficial de las propias administraciones, sin que ni NADIE de respuesta a sus peticiones...


martes, 10 de diciembre de 2024

La participación ciudadana, la gran asignatura pendiente, por Paco Vega

 



Las Administraciones Públicas “juegan”, cada cierto tiempo, a dar voz a los vecinos y sus problemas. Lo llaman “Participación Ciudadana”, incluso hay legislación sobre el particular. La intención en principio es buena, de no ser porque siempre se queda en eso, en la intención. Los que toman las riendas de un municipio, cabildo o Comunidad Autónoma, lo hacen con frecuencia de espaldas a los problemas de los ciudadanos, aunque éstos lleven años “bramando” en los medios de comunicación, redes sociales y en el Registro Oficial de las propias administraciones, sin que ni NADIE de respuesta a sus peticiones.

En ocasiones, algunos Alcaldes o Concejales convocan a reuniones a los vecinos (salvo a los díscolos), para simular que se tiene la voluntad de cumplir con la Ley. Sin embargo es mentira, lo utilizan para sacarse la foto de rigor y el posterior anuncio publicitario de lo que NO tienen intención de hacer, simplemente porque les incomoda tremendamente todo lo que no sea lisonja para sus oídos.

La dura realidad es que NO se suele atender a los problemas de los ciudadanos, pero si a las grandes empresas y corporaciones. No hay más que ver la agenda de reuniones de los políticos en cuanto toman posesión de sus cargos. Los ciudadanos, con más voluntad que acierto, tocan a la puerta de las administraciones, una y otra vez, con la esperanza de obtener solución a sus problemas, pero se encuentran normalmente con una pared de indolencia, cuando no del desprecio.

Catorce años después de la aprobación de la Ley 5/2010, de 21 de junio, de

Fomento a la Participación Ciudadana, la mayor parte de ayuntamientos y demás administraciones públicas canarias, siguen dando la espalda a su obligación de permitir la intervención de los ciudadanos en los asuntos públicos.

Dice el artículo 1 de la citada norma que, la presente ley tiene por objeto fomentar la participación ciudadana, tanto de forma individual como colectiva, en la actividad administrativa de la Comunidad Autónoma de Canarias, así como en la vida económica, política, cultural y social, haciendo así realidad parte de los mandatos contemplados en el Estatuto de Autonomía. https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2010-10985

El artículo 3 por su parte, habla de la finalidad de la Ley, que dice:

-Fomentar medidas que impulsen la participación ciudadana en una sociedad plural para la defensa de los valores democráticos y solidarios, así como desarrollar los correspondientes instrumentos de intervención de la ciudadanía en las actuaciones de las administraciones públicas.

-Profundizar el acercamiento de las instituciones públicas canarias a la ciudadanía, tratando de involucrarla en la gestión pública que realizan.

-Garantizar a la ciudadanía la información en los procedimientos que promuevan, desarrollen o tramiten las administraciones públicas para conseguir la mayor transparencia en la gestión pública, sin perjuicio de los procedimientos en los que previamente se establezca un periodo de información pública.

-Establecer mecanismos de evaluación de las políticas públicas y de investigación del estado de la opinión pública por parte de la ciudadanía.

-Fomentar la vida asociativa en Canarias, garantizando la convivencia solidaria y equilibrada en la libre concurrencia de iniciativas ciudadanas sobre los asuntos públicos.

-Desarrollar los correspondientes instrumentos de participación ciudadana, entendiendo que son los mecanismos establecidos para la intervención de la ciudadanía en las políticas públicas de las administraciones.

Sin embargo, la realidad es que el cumplimiento de la Ley brilla por su ausencia.

Es desmoralizador que, para determinados políticos en ejercicio, los colectivos ciudadanos no sean más que simples herramientas a su servicio, que utilizan o desprecian a su conveniencia.

Lamentablemente seguimos arrastrando la rémora de la dictadura, en la que el miedo ante todo aquel que ejerciese un mínimo de autoridad imperaba en el pueblo llano. También los que ejercen ese poder siguen sin entender que son SERVIDORES PÚBLICOS, y no dioses consagrados a los que hay que adorar. Claro que ahí es donde se notan las carencias de muchos...

La conclusión final podría ser que, no hay leyes que valgan cuando NO HAY VOLUNTAD DE DIÁLOGO. Igualmente podría decirse que, no hacen falta leyes cuando hay INTERÉS por resolver los asuntos públicos. Sobra decir que, las sinergias que se crean para los que ponen en práctica la escasa virtud del diálogo son incalculables.

Para concluir sólo decir que, la participación ciudadana la ejerce el político que es capaz de sentarse a escuchar y resolver las preocupaciones de los ciudadanos, más allá de leyes y protocolos. Se llama RESPETO y suele ser recíproco.


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